jueves, 27 de noviembre de 2008



¿Qué se lee en México?
Por Magali Tercero.

I. Los agostos triturados de Fonseca.
El agitado joven apiló siete agostos de Rubem Fonseca y colocó encima un letrero: “Sólo 25 pesos”. Luego se dirigió a otro librero de la feria anual del camellón de Nuevo León: “Estaban triturando 2 mil volúmenes de Cal y arena allá por Iztacalco. Logré salvar 30 títulos”. Recordando un cartel en la mesa de ofertas de la librería Teorema, “si no los compras nunca los quisiste leer”, adquirí un ejemplar preguntándome por qué las editoriales no regalan sus excedentes a las bibliotecas. Varias semanas después un avezado librero, Agustín Jiménez, de La Torre de Lulio, explicó en entrevista la causa de conducta tan extraña: 1) las bibliotecas gubernamentales no pueden recibir regalos porque tienen qué justificarlos; 2) tampoco compran libros porque no hay dinero; 3) los editores pagan hasta 30 mil pesos mensuales por la renta de bodegas; 4) sale más barato tirar a la basura los libros que no fueron rematados y 5) por ley un editor tiene un plazo determinado para mandar a reciclaje lo que no vendió. “Si editas cinco mil fonsecas —agregó Jiménez—, nunca llegarás a tener más de mil lectores. ¿Qué vas a hacer con los cuatro mil libros sobrantes? Puedes embodegarlos pero cuesta mucho. Puedes rebajar el precio pero nadie los va a comprar porque ya te acabaste los lectores para ese autor. ¿Qué biblioteca te va a pedir novelas de Rubem Fonseca para niños de primero de secundaria? Yo he ido al Colegio de México y he visto intonsos los volúmenes históricos de Francisco Gines Ríos y Francisco Moreno Villa porque nunca fueron solicitados. ¡Y es el Colmex! Los grandes editores esperan recuperar algún día lo que sigue de los primeros 500 ejemplares, no más. ¿Qué hacer entonces? Lo sano es dar dos años a cada libro. Si en ese plazo no vendiste, lo mejor es reciclar. De otra manera le estás metiendo dinero bueno al dinero malo”, termina Agustín al tiempo que muestra una parte de la biblioteca de una escritora mexicana que vive fuera y se ha deshecho de unos mil títulos por cinco mil pesos. Nuestro librero cuenta que primero volaron los diccionarios y luego un montonal de novelas, más esos libros autografiados con los que todo autor, según escribe Gabriel Zaid, pone en aprietos a sus amigos: los demasiados libros que siempre menciona este ensayista en recuerdo de un poeta árabe del siglo XIV.¿Dije diccionarios? En la red puede leerse esta nota de la Asociación Nacional de Libreros: “Cada época trae sus nichos editoriales y es importante identificarlos. Los diccionarios son el nuevo nicho. Si bien en España y en América Latina no se tienen datos confiables sobre su venta, es visible que el 2004 fue su año. Casi todos fueron editados en España con excepción de la reedición del Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española. Los diccionarios han ganado un espacio en los hábitos de compra que no deja de llamar la atención”. También forman parte de la economía editorial la venta a domicilio de enciclopedias y biblias, además de los libros de texto no oficiales, las lujosas ediciones de arte obsequiadas por los bancos o la venta de fascículos en puestos de periódicos. Semejante diversificación indica que nuestra industria editorial exige olvidar romanticismos y tratar al libro como un objeto a vender desde un alto nivel de profesionalismo. “Si los mexicanos no somos capaces de fundar y dirigir editoriales importantes van a serlo los argentinos, los alemanes o los italianos, pues el mundo globalizado ya está aquí”, afirma Braulio Peralta, director en México de Random House Mondadori. El pez grande se come al chico, para decirlo brevemente. Y, como dice Antonio Navalón, el hombre clave de Santillana, Alfaguara, Taurus y Aguilar, “el desafío está en hacer un negocio haciendo al mismo tiempo país porque es una aberración que esta civilización mexicana la queramos gobernar desde el DF y esté concentrado el consumo de los libros en más de 70 por ciento en la capital”.¿Los demasiados libros? De acuerdo con Ricardo Nudelman, gerente general del Fondo de Cultura Económica, “más de 100 mil títulos nuevos y reimpresiones se lanzan cada año al mercado de habla castellana. Unos 15 mil se producen en México, pero la cantidad de puntos de venta no creció como la oferta y las librerías profesionales no satisfacen las necesidades del lector moderno, contribuyendo muy poco a la promoción de la lectura”. ¿Cuantificar lo leído? Navalón, representante en México del Grupo Prisa, es tajante: “La lectura, como todo lo íntimo, como todo lo importante, no permite grandes cuantificaciones. Desde que Vasconcelos ocupa la Secretaría de Educación Pública la relación con el libro se convierte en un elemento fundamental de la política cultural. Las editoriales y el mundo cultural estamos haciendo algo suicida que es destruir las librerías”, confiesa el mismo que hará un año protagonizó un pequeño escándalo por promover con gran bombo una exposición de muy mediana calidad.
II. “El mexicano lee revistas llenas de monitos”
Pero regresemos a la feria de libros usados. Muy cerca del puesto de Cal y arena un hombre canoso está recomendando El Hallazgo a un estudiante colombiano que busca el texto de Jules Renard protagonizado por un niño con pelos de zanahoria. Es Lino Adolfo Lebrija y Dávila, de 68 años, quien supera por mucho los cuatro libros anuales recomendados por la UNESCO para “el sano desarrollo de la sociedad”. Miembro del Consejo de la Crónica desde hace un lustro, aprendió a ser lector con los llamados “libros de relación” escritos por los frailes dieguinos del ex Convento de Churubusco. Frente a él hay un ejemplar de México: apuntes históricos, el libro de Rius ilustrado por Abel Quezada para los festejos olímpicos del 68. Le cuento que Luis González Obregón organizó en el Archivo General de la Nación la relación de libros que llegaron con la Nao de China. Los barcos venían cargados de libros de caballería, cientos de amadises que después prohibiría la Inquisición. ¿Qué lee el mexicano del siglo XXI? Lebrija y Dávila define: “Una serie de revistas de lectura rápida porque están llenas de monitos”. Detengámonos, pues, en las estadísticas. En 2001 El libro vaquero vendía 800 mil ejemplares semanales, cantidad asombrosa si se piensa que en 2000 circulaban a nivel nacional 800 revistas entre semanarios políticos, revistas femeninas y, desde luego, historietas vaqueras para ellos y novelas rosas para ellas. Hoy El libro vaquero vende 41.6 millones de ejemplares por año, casi 18 millones menos que en 1985. El libro policiaco alcanza los 28.6 millones, TVnovelas, 28 y TVnotas 21.8 millones. ¿Demasiadas lecturas poco nutritivas según el canon intelectual? No si se recuerda que hace 20 años El libro vaquero despachaba 63 millones de ejemplares anuales equivalentes a 600 mil por semana, es decir 21.4 millones menos que ahora. Media docena de voceadores encuestados atribuyen a la televisión y a Internet la disminución de lectores de este cómic apto como siempre para entretener incluso a los seis millones de analfabetas admitidos por las estadísticas de 2000, entre quienes cuatro millones pasan de los 50 años, según informó a confabulario el director del Instituto Nacional de Educación para Adultos (INEA), Ramón de la Peña.Mientras tanto, las cifras de la UNESCO indican que el consumo anual de libros per cápita es de medio a un volumen completo. “¿Lo ves? En México sí hay lectores”, dice el escritor y editor Roberto Pliego, conocido por sus numeralias y autor de El libro inútil, el cual, por cierto, ya llegó a las librerías de usado. Pero Pliego, en otro tiempo lector de Kalimán y Rarotonga, habla en serio: “Aquí se busca la letra impresa donde no hay nada. No por eso somos malos lectores, sólo habría que poner a Conrad junto a las historietas y darles Henry Miller y Balzac a esos lectores de Metro que no han tenido un buen consejo. Somos buenos lectores de revistas y no desdeño ni el TVnotas, pues implica muchas horas nalga. Otra cosa muy difícil de calibrar son los 2.2 libros al año que supuestamente lee el mexicano. Esto aterra pero ojo: las estadísticas nunca incluyen al lector porque sólo contabilizan libros”.Como vemos el mexicano lee aunque no precisamente a Martin Amis, cuyo Campos de Londres ha vendido, entre enero y octubre de 2005, dos ejemplares en la casa matriz de El Sótano. La editora Margarita Sologuren del consorcio editorial Planeta —mano derecha del director editorial Jesús Anaya, uno de los miembros del gremio que más ha escrito sobre el fenómeno de la lectura en México— afirma que cada libro tiene su nicho, “lo importante no es si se venden 2 mil o 150 mil ejemplares, sino que cada libro llegue a sus lectores naturales”. ¿Por qué un Canetti se queda en el último rincón?, pregunto a cuatro editores de la Alianza de Editores Mexicanos Independientes (AEMI). Alejandro Zenker, quien publica una colección dedicada al mundo editorial en Ediciones el Ermitaño, responde: “Es un fenómeno internacional. No es lo ‘bueno’ lo que vende más, sino lo que un complejo aparato mercadotécnico pone en mente de los potenciales lectores y coloca en los puntos de venta con todos los privilegios de un artículo de primera necesidad. Podríamos decir que tenemos el país de lectores que históricamente hemos creado. Tenemos que cambiar esa inercia”. ¿Atroz? Decida usted, lector. Los mexicanos leemos por año los ya mencionados 41.6 millones de libros vaqueros y libros sentimentales, pero aquí vivimos cien millones de personas. ¿Qué más se lee? En apariencia (Gandhi siempre tiene números atrasados) unos 30 mil lectores compran cada mes su ejemplar de Letras libres, según dijo el poeta Julio Trujillo a otro diario. “Es un mercado que no lee pero que también tiene una tradición loable de comprar prensa cultural. Si comparas los 30 mil ejemplares de Letras libres con los 250 mil del Magazine Littéraire no es nada, pero una revista cultural leyéndose, pasándose de mano en mano, es un índice muy saludable”.¿Qué leen, descontando estas 30 mil revistas, los otros 49.4 millones? ¿El Perfume, de Patrick Suskind, con 300 mil volúmenes vendidos en 20 años? ¿La biografía de Karol Wojtila, con ventas de 40 mil? Jesús Anaya sostiene que los índices de lectura suelen ser falsos. “A la prensa le encanta cuando alguien asegura que cada habitante lee 2.3 libros por año. ¿De dónde sacan eso? Para empezar ni siquiera sabemos cuántos libros se producen”, afirma este editor que estuvo en la Cámara Nacional de la Industria Editorial en 1990. “Cuando trabajaba ahí como gerente de investigaciones yo respondía ‘no sabemos cuántos libros se produjeron’. Uno de France Press me dijo ‘no se me ponga difícil, en otros años siempre había un señor muy amable que decía: pues tanto’. Le respondí que era un mentiroso”, declara, enfático, Anaya.
III. La mano peluda y los grandes consorcios.
Andrés Ramírez, editor literario en Planeta, comenta: “Hay un espectro bastante amplio, vendemos desde libros populares como Cañitas, de Carlos Trejo, con historias de fantasmas que lo han convertido en el preferido de los muchachos de secundaria, y La mano peluda de Juan Ramón Sáenz, relatos procedentes de un programa de terror transmitido con muchísimo éxito por Radio Fórmula. Es el Stepehn King de México sólo que con historias verídicas, con ventas de 80 mil ejemplares en su primera edición”. Desde luego las ventas de La mano… están relacionadas con el éxito en los medios, igual que sucede con Las crónicas de Narnia, una saga literariamente muy superior a Harry Potter y que, como este, ya es película. ¿Logró Harry Potter el milagro de que los niños mexicanos lean? Algunos entrevistados para este reportaje cree que sí, aunque Braulio Peralta lo consideró “un ejemplo claro de vacío”. Pero volvamos a Ramírez: “El mayor éxito editorial es El código Da Vinci, que en México lleva un millón de libros vendidos, un thriller psicológico y místico. El fenómeno tiene algo de milenarista y está muy de acuerdo con los tiempos”.—¿Los libros comerciales sostienen la producción de otro tipo de literatura?—Los clásicos mexicanos de la editorial como Ibarguengoita, Arreola, Garro, Fuentes, Paz, Paco Ignacio Taibo II y José Agustín (con 250 mil ejemplares de la Tragicomedia… vendidos en 15 años) lo hacen en tanto sus libros se estén reeditando y nos den margen para apostar por jóvenes como García, Xoconostle y Servín. Digo a Ramírez que encontré en la recepción a un tipo muy nervioso, en sus postreros veintes, casi abrazado a un engargolado de color negro. Su tema era el primer samurai en la historia de México, su género la novela de aventuras y ésta su primera empresa literaria. Después me contaron que a la editorial llegan a diario tres o cuatro escritores noveles.—¿Qué tan aplicados son ustedes para hacer estos dictámenes? Todos sabemos que conecte mata mediocridad…—Conectes o no, en Planeta se lee todo lo que llega. Aún no encuentro esa joya que espera todo editor. Por desgracia el romanticismo mexicano que nos impide ver como negocio a la industria editorial nos hace pensar que con que tengas una historia interesante ya está. A veces sólo es cuestión de experiencia. En diez años ese escritor podría publicar una buena novela.

IV. El país de las no cifras.
Roland Barthes pensaba que la lectura, necesariamente y por placer, tendría que conducir a la escritura. Sostenía también que algo falla que nos limitamos a recibir estímulos librescos, radiofónicos, televisivos y, agreguemos, electrónicos. Calificaba la lectura, amparado en un pasaje de En busca del tiempo perdido donde el protagonista se refugia en el excusado para leer, como un acto de intimidad teñido de connotaciones freudianas relacionadas con la fase anal. Es decir, proponía que en lugar de vivir procesos retentivos de la imaginación debemos devolver eso que sólo la lectura otorga a un ser humano. “Eso sería civilización”, dijo. Y Juan José Arreola repetía siempre que la cultura es una actitud ante la vida. A mi memoria acuden un montón de frases célebres mientras recuerdo a Jesús Anaya blandiendo un diario con este titular: “Atacará Feria del Zócalo el mito de que no se lee”. Entre divertido y desesperado pregunta: “¿Sabes qué van a hacer? Pues 600 actos que distraen, como presentar un libro académico sobre la agricultura y las vacas. Ya se llenó de actividades peor que Minería. Es una falta de respeto”.—¿Cómo saber qué se lee en México? —No ha habido una verdadera encuesta nacional y por tanto no se conoce cuáles libros se leen, cómo se leen, con qué frecuencia. La Caniem lleva años tratando de obtener una encuesta sobre lo que se produce y resulta que no se tiene la posibilidad de fijar una serie histórica porque los resultados nunca son equivalentes. Si acaso lo podría saber el sector privado. Aquí en Planeta yo lo sé, pero el gobierno, uno de los principales editores a través de estados y municipios, no tiene ninguna estadística, seguramente porque los libros están en las bodegas. Las secretarías producen muchísimo y después de la SEP y sus textos obligatorios, el INEGI es el principal editor gubernamental. ¡Pues tampoco hay números sobre eso! Las publicaciones universitarias son miles, pero una cosa es que se publique y otra que se distribuya y se piense que cada libro tiene un público real. Ahí está el primer problema. ¿Cómo tener un mapa? Antes de estar en la Cámara escribía sobre estos temas de manera independiente. También organicé la maestría de edición en la Universidad de Guadalajara y llevo tres años en el diplomado coordinado por la UNAM y la Caniem. Todos mis alumnos te pueden decir cuál es mi obsesión. Ya tengo aquí ocho años y yo sí trato de abrir los ojos a todos, decir que el rey está desnudo. Es un terreno muy espinoso porque no hay información. Cada editorial tiene sus datos celosamente guardados.“¿Por qué tanto secreto?”, pregunto pensando en nuestra reserva tan española, tan mexicana y tan irritante. “Después de todas estas aproximaciones a la información creo que en los otros sectores debe haber el mismo problema. Pero somos muy audaces porque sí publicamos las estadísticas de producción y venta del narcotráfico. ¿Cómo le hacen para calcular? ¿Entrevistan a los narcos y preguntan cuánto produjo usted este año en Chihuahua y cuánto vendió en EU? Es ridículo, pero la ONU inventó los indicadores del bienestar. En la UNESCO se les ocurrió hacer algo similar para los libros pero… ¿cómo le haces si no tienes la información? No sólo la prensa presiona obligándote a decir cualquier cosa: los funcionarios repiten las mismas mentiras sin tener ningún fundamento. ¿Cuántas veces se habla de la biblioteca gigantesca mencionando cifras para justificar quién sabe qué? ¿Tú sabes cómo hacen las estadísticas de afluencia de las bibliotecas? Hay un torniquete, pasas, te registras y ya está. ¿Dónde quedan los niños que salen y entran cada diez minutos?”.¿El caos? Sí señor, pero Anaya remata con una afirmación alentadora: “Aún así podemos asegurar que se lee mucho más de lo que creemos. Si no, ¿cómo entiendes que la piratería tenga tanto éxito? Aquí entra el tema de qué debemos leer. ¿Quién es el lindo que va a decirlo? Hay jóvenes que empiezan leyendo un libro de terror y terminan leyendo a Julio Verne y a Lovecraft. Los caminos para llegar a la lectura son infinitos y de ninguna manera podemos ser tan moralistas”. “¿Por qué tenemos que ser así?”, inquiero odiando nuestra solemnidad acomplejada de país colonial. “Porque la cultura es intocable. Lo que sí, tenemos muy pocos compradores para lo que necesita la industria. Te lo muestran nuestras deplorables librerías. Hay millones de mexicanos que no consideran que la librería sea algo tan importante como cualquier otro lugar de esparcimiento. El día que logremos librerías verdaderamente encantadoras cambiarán las cosas”.
V. Un pirata en cada hijo te dio.
La calle de Donceles es nuestro foco pirata por excelencia. Según la Caniem, dos de cada diez libros son pirateados o reprografiados, sin impuestos, pagos de derechos de autor, ni ley en un supuesto Estado de Derecho. Al parecer los editores pirata suelen manejar unos 80 títulos. La silla del águila, por mencionar a Fuentes, estuvo a la venta tres días antes del lanzamiento. Hace un mes los libreros ambulantes de La Ciudadela condenaron acremente la piratería aunque esta reportera se mostró asombrada por sus libros nuevecitos a precio inmejorable. Uno de Eduardo Monteverde sobre la locura costaba, por ejemplo, sólo 50 pesos. Quince días después el volumen se presentó públicamente casi tres veces más caro. ¿Cómo no va a afectar esto a la industria editorial? Para Anaya la piratería es parte del crimen organizado. Planeta ya vio la versión pirata de Los suspirantes, de Jorge Zepeda, pirateada a la semana de haber salido. Sobre este fenómeno, Peralta asegura: “Estos conflictos no están bien tipificados por la ley y la sociedad es consumidora de piratería, toda una contradicción ética”. Agustín Jiménez conoció a una mujer apodada justamente La Pirata, que después de reproducir ilegalmente miles de libros para estudiantes de medicina se retiró y compró tres casas. “En realidad es muy fácil piratear”, explica Anaya. “Haces robo hormiga en las librerías, coges el negativo directo, con una calidad deficiente claro, y sólo escaneas la portada. Lo vendes a menos de la mitad de precio y qué te importa si faltan capítulos. Ellos hacen lo que el editor no se atrevió”. A su lado, Margarita Sologuren agrega muy seria: “¿Sabes que en el caso de Carlos Trejo la piratería vendió casi tanto como Planeta? La lista de piratas que tenemos sí refleja la demanda de la calle”.
VI. Mercado esotérico: ¿creación del lector?
Pirata o no, el libro actual se orienta cada vez más hacia los temas esotéricos entreverados con los consejos de superación personal. Hace poco vi en la librería del FCE —que estos días celebró sus cien millones de ejemplares con una reedición de El laberinto de la soledad— una mesa con libros españoles de la “alta esoteria”. Había un Evangelio gnóstico de Santo Tomás y otro texto secreto de Carl G. Jung, supuestamente escrito bajo dictado superior y firmado, al uso de la tradición mística, con el nombre de un maestro espiritual. “Piden muchos libros de sabiduría extraterrestre”, explica un librero ambulante de La Ciudadela que antes vendía novela histórica y ahora ha cambiado de giro con resultados espectaculares. No hay nada nuevo bajo el sol y menos este boom: ya en 1976 Mircea Eliade sostenía que ni siquiera él, historiador de las religiones, podía explicar la creciente demanda de obras de este tipo. De acuerdo con Héctor Pons, gerente de relaciones públicas de El Sótano, a México todo llega tarde y es una realidad que las ventas de la esoteria editorial se dispararon recientemente. El propio Peralta, autor de El poeta en su tierra y Premio Testimonio Chihuahua 2005, precisa: “Nunca hemos llegado al 2% de lectores en México, de entre cien millones de mexicanos. La literatura no pasa por buen momento aunque nunca ha tenido buenos tiempos en ninguna parte y los medios también promueven lo que más vende, en detrimento de los libros literarios. En estas circunstancias se ha creado una industria a la que el mercado pide otra cosa: libros coyunturales, de autoayuda, novelas históricas, textos esotéricos, biografías. No son invenciones, son exigencias del mercado creado por lectores. Los hábitos de lectura no son responsabilidad de la industria. Ese ejercicio le compete al Estado y a la educación que tenemos en México. Como es sabido, el presidente Fox regaló a todos los miembros de su gabinete una edición especial a todo lujo, con hilos de oro, de ¿Quién se ha llevado mi queso? ¡Es un libro de autoayuda! Eso te da la dimensión de nuestro actual gobierno en materia educativa”. Lo cierto es que en todos lados hay títulos dudosos. ¿Cómo puede orientarse un joven en formación ante una oferta tan heterogénea? ¿Quién le explica que es mejor leer a Marco Aurelio y a Séneca que a Coelho o a Osho?En El Péndulo de la Condesa ya está el Libro de los milagros vendiéndose como pan caliente. También ocurre al revés: eminencias como William James son publicadas en ediciones baratas que Sanborn’s ubica en su sección esotérica por analizar la experiencia religiosa. Se rumora que Carlos Slim ya compró la Librería Gandhi, un lugar donde autores como Canetti y Sontag, cuyas ventas nunca pasan de dos mil anuales, quedan sepultados bajo la abundante oferta de texto escolar, libro semiserio de autoayuda, textos extrañamente híbridos como la autobiografía-ensayo de la filósofa Paulina López Portillo o historias familiares como la de Kitzia Nin Poniatowska.¿Se están mezclando los antaño géneros serios con lo más superficial y mercadotécnico? Peralta piensa que sí. Dice que depende mucho de los dueños de librerías y de la calidad que buscan. “Los vendedores no han recibido un mínimo curso de organización de libros, los cual, dígase lo que se diga, lleva a vender menos. Lo que se contrajo es la producción del libro, no la expansión de distribuidores. Los libreros son, al igual que en la industria del cine, los que pueden llevar la mejor tajada. Eso todavía no alcanzan a dimensionarlo los medios de comunicación”.Por otro lado, la gente está leyendo libros coyunturales o de análisis político. Por ejemplo, La familia presidencial, cuyas ventas alcanzaron más de 100 mil ejemplares entre enero y octubre pasados junto con Crónicas malditas de Olga Wornat. O La conspiración de la fortuna de Héctor Aguilar Camín, que va en 50 mil. Pero van al parejo con lo que Pons define como “el esoterismo que en los últimos cinco años ha crecido enormemente en sus variantes new age sobre reencarnación, numerología, orientalismo —que pegó en Europa en los 60 y ahora apenas viene llegando a México— junto con los temas que se ponen de moda para morir rápido como los ‘niños índigo y cristal’ con supuestas facultades parasicológicas que harán evolucionar a la humanidad”. Osho, el Dalai Lama y Paulo Coehlo son los best-sellers indiscutibles, informa Pons, con diez años de experiencia en la venta de libros, y agrega: “El mercado de niños está impresionante. Hace siete años teníamos un rincón con dos o tres cositas. Ahora existe la librería El Sótano Sólo para Niños con 10 mil títulos”. ¿Y la literatura femenina y los estudios de género que reflejan una sociedad cambiante? Tiene su nicho, si bien muy discreto. ¿Tanto esoterismo indica que andamos súper mal? “Sí —responde Pons—, aunque es positivo que exista la inquietud de mejorar”. Otro nicho, explica, es el de los títulos dirigidos a un mercado que no lee, tipo el El abc de la música clásica y Todo lo que hay que saber, ambos de Taurus, muy bien vendidos en su momento y un indicador de que la gente “también compra libros para tener buenos temas en las reuniones sociales”, comentario con el que Navalón no está de acuerdo: “Mientras más avanza el concepto de globalización más me preocupa encontrar los elementos que den los rasgos de personalidad de nuestros pueblos, el acervo de saber”. Hace poco el escritor Julio Villanueva Chang, director de Etiqueta negra, revista peruana de crónica literaria con un éxito inusitado, dijo a un diario español que su objetivo “es hacer leer a la gente a la que no le gusta leer [pues] uno de los grandes problemas actuales es la sobreoferta de lectura, lo que hace que el público se paralice y al final no escoja nada ni lea nada”. En este tren de pensamientos citemos a Alberto Ruy Sánchez, director de Artes de México, una revista de alta divulgación con un público diverso. “Nuestro sistema se basa en no depender de best-sellers: si unos títulos se venden más al principio luego los alcanzan los demás. Nuestra editorial subsiste porque sí existe un grupo numeroso de gente interesada en contenidos de calidad. De los primeros treinta títulos de Artes de México ha habido un tiraje promedio de treinta y cinco mil ejemplares en varias tiradas. Lectores de varias clases sociales, distintas ciudades y diferentes medios culturales que se convierten en un mercado asiduo, listo para responder cuando se hace un esfuerzo mayúsculo por obtener alto nivel”.
VII. Los cien mil ejemplares de Playboy
—¿Es mal lector el mexicano?— pregunto a Mónica Maristáin, directora de Playboy México, que agota cada mes un tiraje de cien mil ejemplares, con un 16% de mujeres compradoras. —Tampoco se lee tan poco. En el metro siempre ves un libro o una revista en manos de los usuarios. Las editoriales no se quieren hacer cargo pero México es el lugar donde más caro está el libro. Hace poco surtí una receta del traumatólogo, una pomada y un analgésico. Fueron 350 pesos, lo cual explica que muchos enfermos no se atiendan. El último libro de Amis cuesta 700 pesos. Por mucho menos me compro el Playboy, una revista cuyo concepto incluye la belleza femenina y un estilo de vida para hombres que saben quién es Ian McEwan y compran su ejemplar también por la última receta de martini o por las secciones de cine y de música. En México hay excelentes revistas que son un refugio de lectura: Gatopardo, Amor chilango, El huevo. En cambio los periódicos han renunciado a su labor educativa y a sus lectores.—¿Fomenta la lectura la combinación de señoritas desnudas y artículos cultos? —¡No! Ése es otro mito— ríe Maristáin, periodista argentina radicada en México.
VIII. Haciendo méritos académicos
“No hay lugar para colocar tantos libros”, reitera Nudelman. ¿Los demasiados libros causantes de daños según el poeta árabe? El coordinador editorial de una importante institución pública, quien prefirió mantener el anonimato, dijo a confabulario: “Gran parte de lo publicado por las instituciones académicas obedece a la necesidad de juntar puntos para el Sistema Nacional de Investigadores y otros organismos afines, de lo cual depende una parte significativa de los sueldos de todos”. El lector tiene seguramente su propia idea sobre el analfabetismo funcional. ¿Quién que lea suplementos no ha pertenecido en algún momento al grupo de los universitarios más interesados en escribir sus propios libros que en leer, como ha dicho Zaid? ¿Las escasísimas librerías? Nudelman dice que no llegan a 400 en todo México. ¿Los numerosos analfabetas? No hace mucho el delegado michoacano del Instituto Nacional de Educación para los Adultos, INEA, informó que 2, 416 educandos concluyeron su alfabetización. Y estamos hablando de un solo estado de la República. ¿El alto costo del libro? Justo nuestro único auténtico best-seller internacional mexicano, Paco Ignacio Taibo II, con traducciones a todos los idiomas y 2 millones 200 mil ejemplares vendidos en México y fuera de él, declaró que el mexicano compra libros por costo, algo fácilmente comprobable en la Librería Umbral, donde se puede encontrar lo mejor y lo peor a precios muy bajos, y el público adquiere novelas del boom latinoamericano en 29 pesos o “long-best-sellers de autoayuda”—en su momento publicados por editores exigentes como André Schiffrin— como Cuando el amor es odio, libro de Susan Forward sobre la misoginia que no ha dejado de venderse desde los 80. Al respecto Ruy Sánchez advierte: “Aumentar 15 por ciento de IVA puede hacer que una editorial de alta calidad cierre al desplomarse el 50 % de los lectores espontáneos”.
IX. Entre la magnitud estadística y la intimidad lectora.
Lo dice muy bien Jean-Francois Borrel —presidente de la Sociedad de Literatura Española del siglo XIX— cuando, al final de una conferencia sobre la impronta del lector decimonónico en los libros, intenta responderme qué lee el hombre contemporáneo: “Es difícil sistematizar, hay que cruzar las típicas encuestas y luego, en una perspectiva más antropológica, conversar con lectores para darse cuenta de cuáles son sus aspiraciones y cómo interpretan los textos. Es un juego un poco dialéctico entre la magnitud estadística y lo muy personal, muy íntimo que es el acto de lectura”. Borrel ha deleitado —es la palabra justa— a un pequeño auditorio con las huellas de lectura manuscritas en los márgenes de los libros antiguos procedentes de diversos poblados españoles. “Yo desde luego sólo le puedo contestar según mis observaciones. Por ejemplo, el espacio de la lectura actual es abierto. Leer fuera, en el Metro, no era en el siglo XIX una práctica corriente. Que los niños lean por su cuenta es un verdadero logro y en Francia, por ejemplo, tenemos dispositivos de lectura-placer dentro del mismo marco escolar. Mi esposa va cada semana a leer libros a cuatro o cinco niños pequeños. Ellos escogen el título y ella lee abriendo el libro ante su vista para que puedan captar el sentido, ver las imágenes y luego discutir, afirmar sus preferencias. Lo que quieren, ¿sabe usted?, son libros de amor”, cuenta el catedrático, bajando la voz sensiblemente. ¿Lo que hace falta es promover leyes que contribuyan al fomento de la lectura, como la que arrojó excelentes resultados en Francia y se ha convertido en un referente fundamental?Precisamente durante la visita al Instituto Mora he encontrado en la biblioteca a un estudioso que insiste en la importancia de la lectura en voz alta para la creación de lectores. En el siglo XIX ésta era una práctica común en las salas de las casas, en las tertulias de las célebres librerías del centro, en los cafés… ¿Justo lo que buscaban los casi moribundos Libro Clubs nacidos durante la gubernatura defeña de Cuautémoc Cárdenas? X. El Estado, el peor obstáculo para la lectura¿Cuáles son los verdaderos obstáculos para crear un país de lectores? ¿Las librerías? ¿La educación y las bibliotecas? ¿El libro pirata? ¿Las políticas fiscales? Pablo Moya, director de la editorial independiente El Milagro señala al Estado como el problema principal con sus políticas culturales y educativas. “La ley fiscal per se es ya motivo suficiente para complicar y desalentar la edición de libros en México. Inventar membretes pasajeros como ‘hacia un país de lectores’, ‘la cultura en tus manos’ o ‘México a escena’ sólo maquilla u oculta su fracaso. Empezamos a editar cuando la situación era ya difícil y en estos 14 años sólo hemos visto cómo las cosas van empeorando año con año”. ¿Un mercado editorial deprimido? Desde la cárcel, a donde fue a dar luego de un operativo brutal por un incumplimiento de contrato, Fernando Valdés, director de Plaza y Valdés, hace números: “En los 60 y 70 había más de 1,300 editoriales, en la actualidad hay menos de 400. Teníamos más de cien librerías en el DF y ahora hay menos de 70 y un 60 por ciento son de viejo. Paseo de la Reforma tenía ocho librerías y ninguna ahora. Libreros como Polo Duarte, Raúl Guzmán, Félix Moreno Canalejas, Librería Capital y Manuel Antonio Navarrete, Manuel López Gallo, Mauricio Achar, se están yendo aunque todavía encontramos por ahí tres o cuatro librerías en extinción donde ahora podemos reunirnos los que añoramos las tertulias de Polo Duarte en Avenida Hidalgo”.
XI. La guillotina en clave morse.
Unos días antes de poner punto final a este reportaje me topo con el escritor Federico Campbell, quien informa: “Alfaguara me guillotinó mil 700 ejemplares de Clave morse, mi novela publicada en 2000. Desconozco los datos legales que condicionan esta venta de libros por kilo para reciclaje del papel, quizá las editoriales estén evitando impuestos o liberando bodegas, pero estoy sin editor. Me dieron 20 ejemplares de la primera edición, que yo creía agotada, y me devolvieron mis derechos de autor. ¿Será que tiran más ejemplares de los que confiesan?”. Lo miro y no sé qué decir. Los demasiados datos sobre la lectura en México ya me tienen confundida. Desde agosto pasado el editor Fernando Valdés está en prisión y es tratado como ninguno de nuestros corruptos políticos. Para José María Espinasa, director de Ediciones Sin Nombre, este hecho estuvo precedido por diversos síntomas de descomposición no sólo social, sino en la relación del Estado con la lectura. En el mundo de los demasiados libros no se viven tiempos propicios. Por ello vale la pena cerrar este texto con una reflexión de una sociedad pediátrica que desarrolla en Buenos Aires, otrora exquisito centro editorial de América Latina, un programa de lectura: “Los pediatras sabemos que el ser humano constituye su subjetividad a partir de lo simbólico y es el único ser capaz de crear cultura porque un universo de significados define su humanidad. En estos tiempos la revalorización de lo esencial cobra especial sentido. Leerle desde muy temprana edad y en voz alta a un niño es una de las acciones de mayor importancia, una contribución para disminuir la inequidad. La medicina conoce el rol del analfabetismo en la enfermedad y sabe que la nutrición integral incluye el afecto y la cultura”.
Tercero. Periodista. Coautora de Los mejores ensayos mexicanos y Premio Nacional de Crónica Urbana UACM 2005.

jueves, 30 de octubre de 2008


La única entrevista a la que me acompañó mi mamá en los 50 fue a la de Diego Rivera. Diego había pintado muchas veces a mi tía Pita Amor, y en una de esas la desnudó y para que no cupiera duda –aunque Pita en el retrato parece un pescadito rosa, un charal– escribió bajo sus pies: “Yo soy la poetisa Pita Amor”. Mamá esperó en el coche mientras yo subía al estudio en Altavista y me topé con uno de los hombres más desconcertantes y encantadores que me ha tocado entrevistar. Además me pareció generoso porque siempre tuvo tiempo para los periodistas, entre otros, una muchacha como yo. Su secretaria Teresita Proenza se asomaba de vez en cuando y le sonreía a mi juventud. Lento e indulgente accedió a contestar cuanta pregunta le hiciera, los ojos acuosos, sentado sobre una silla demasiado pequeña, elefante equilibrista y barrigón, barrigón (en el fondo todas las palabras en “on” se hicieron para Diego Rivera: Grandulón, concepción, cabezón, revolución, tragón –él mismo comentó que se echaba de un solo empujón un litro de tequila–, contemplación, ojón, –aluvión de mentiras que al final de cuentas resultaron verdades– y corazón; sí, porque a Diego se le salió del pecho. Saltó porque “el sapo es todo corazón” y se refugió en un medallón antiguo que a Frida le colgaba del pecho).
–¿Cuál es para usted el colmo de la felicidad?
–No haber nacido.
–Pero, ¿por qué dice usted eso?
(La señorita Judith Ferreto, quien llegó con una perrita, Capulina, interrumpe:)
–¿Ni siquiera el amor de Frida Kahlo justifica tu existencia, Dieguito?
–No. Porque en realidad le di tanta lata y le hice tanto daño que mejor sería no haber nacido.
–Su madre no diría lo mismo, maestro.
–Yo nunca quise a mi madre, y jamás me llevé bien con ella...
–Está usted como un señor que empieza su obra con un: “Yo odio a mi madre”.
–Bueno, no tanto.
(Declara Diego que hizo sufrir a Frida, y sin embargo, me acuerdo de un pasaje de la propio Frida: “Quizá esperen oír de mí lamentos de ‘lo mucho que se sufre’ viviendo con un hombre como Diego. Pero yo no creo que las márgenes de un río sufran por dejarlo correr...”)
–A ver, otra preguntita –sonríe Diego.
–Perdone maestro, me distraje. ¿Cuál es para usted el colmo de la infelicidad?
–El colmo de la infelicidad oscila entre el estreñimiento y asistir sin ganas a una reunión mundana.
–Sin embargo usted aparece en los periódicos un día sí y otro también. ¿No es usted amigo de los “Trescientos y algunos más”? ¿No le interesan a usted?
–No.
–¡Pero bien que los retrata!
–Sí. Pero no los conozco.
–¿Ni siquiera los conoce para retratarlos? Entonces, ¿cómo le hace?
–Para retratar no hay necesidad de interesarse ni de conocer al modelo.
–¡Eso es imposible!
–Me explico. Hay dos sentidos de conocer. El mundano, en el cual yo no conozco a la sociedad, puesto que no tengo el honor de frecuentarla. Y el sentido bíblico, en el cual puede decirse que la conozco.
–¿Y cuál es el sentido bíblico?
–¡No se haga, no se haga! ¿A poco no sabe? Es el sentido en que Noé conoció a sus hijas para crecer y multiplicarse el género humano. Además, no es preciso el conocimiento mundano para entender a la sociedad y saber todo lo que a ella concierne desde su origen hasta su presente y próximo futuro y observarla profundamente y con apasionado cuidado, e inclusive amarla en la persona de sus mejores ejemplares femeninos. Creo que es por eso que he podido pintarla. Nada importa que el amor no haya sido correspondido en la mayoría de los casos...
–¿Y quiénes son las mujeres que usted ha amado?
–¿Las mujeres que he amado? Tuve la suerte de amar a la mujer más maravillosa que he conocido. Ella fue la poesía misma y el genio mismo. Desgraciadamente no supe amarla a ella sola, pues he sido siempre incapaz de amar a una sola mujer. Dicen mis amigos que mi corazón es un multifamiliar. Por mi parte, creo que el mandato “amaos los unos a los otros” no indica limitación numérica de ninguna especie sino que antes bien, abarca a la humanidad entera.
–Pero yo lo que necesito son nombres, señor Rivera, nombres... ¿Cómo se llaman las mujeres a quienes usted ama?
–Si me pusiera a decirle nombres disgustaría a las nombradas... ¡y que nuestra Madre de Guadalupe nos libre de tal cosa! En segundo, ganaría fama de presumido, pedante y rajón, y habría cerrado para mi las veredas únicas que me interesa recorrer en esta cochina vida.
–¿Pero usted sólo considera a las mujeres como hembras? ¿O cree usted en su inteligencia y en su superioridad? ¿Cree usted en el matriarcado?
–En primer lugar yo estoy totalmente seguro de que la mujer no es de la misma especie del hombre. La humanidad es la mujer. Los hombres somos una subespecie de animales, casi estúpidos, insensitivos, inadecuados completamente para el amor, creados por la mujer para ponerse al servicio del ser inteligente y sensitivo que ellas representan. Un animal semi inteligente que ejecuta las tareas necesarias mediante la dirección de las mujeres, es decir, el hombre es a la mujer lo que el caballo es al hombre y nada más.
(La señorita Ferreto ríe. ¡Hi! ¡Hi! ¡Hi! Mira a Diego y se retuerce un poco, interrumpe mimosa:)
–¿No te importa ser caballo, Dieguito?
–¡Burro, con tal de que me ensillen!
(Con razón dijo Frida: “No hablaré de Diego como de mi “esposo” porque sería ridículo. Diego no ha sido jamás ni será “esposo” de nadie. Tampoco como de un amante, porque él abarca mucho más allá de las limitaciones sexuales, y si hablara de él como de mi hijo, no haría sino describir o pintar mi propia emoción, casi mi autorretrato y no el de Diego).
–Daría todo lo que he podido hacer gozar, inclusive el amor de Frida Kahlo, lo único realmente grande que he tenido, con tal de haber evitado el asco y las molestias que he tenido que aguantar para vivir. Esto no quiere decir que sea yo pesimista. Soy más bien epicúreo y hedonista, dentro de lo que puede caber de estas tendencias en el marxismo. Por eso es evidente que el mayor placer es el de existir dentro de la maravillosa organización universal de la materia y aguantar las molestias del ciudadano habitante de uno de los mundos más mal hechos que sea posible concebir, que es nuestra querida Tierra.
–Entonces, si se pudiera volver a nacer, ¿regresaría a la Tierra?
–Ni de chiste.
–¿A dónde iría?
–A todas partes menos a la Tierra.
–¿Usted no cree en Dios?
–Definitivamente no. Porque no se puede creer en una fuerza que está implícita y presente en toda manifestación de energía o materia. No se cree más que cuando no se entiende. Y el concepto de los dioses es una miserable disminución a escala de un mundo en donde todo ser animado necesita asesinar para vivir, un rebajamiento del maravilloso principio vital que todo lo anima, lo mismo lo deseable que lo indeseable que tal vez sea indeseable solamente porque nosotros no lo entendemos claro.
(He conservado el modo de hablar de Diego por “alrevesado” que me parezca...)
–Pero maestro, ¿qué no le interesan las religiones?
–Yo respeto todas las religiones. Me interesan extraordinariamente en el mismo plano y por análogas razones con que respeto todas las enfermedades y me intereso extraordinariamente en su curación.
–¿Y cuál sería la curación para las enfermedades religiosas?
–La curación es la nueva sociedad socialista en su pleno desarrollo que implicará la muerte del Estado previa la difusión general del máximo conocimiento posible de la existencia universal cuando no haya represiones, autoridades, ignorancia, temor a la muerte, impotencia para evitar el dolor. Cuando se entiendan claro, las fuerzas del universo, no habrá ninguna razón para inventar dioses que nos den lo que no somos capaces de obtener por nuestras propias fuerzas...
–Pero maestro, nos falta siempre algo por obtener, y eso a lo cual aspiramos desde lo más profundo de nuestro ser eternamente incompleto, es Dios.
(En este momento, Capulina brinca sobre las rodillas de Diego. Es una perrita pelona, con un abrigo de cuadritos morados y las uñas pintadas de rojo. Diego la apapacha, porque estuvo en la cama de Frida, en la noche en que ella murió. No sé por qué, pero toda esta casa de San Ángel sabe a Frida Kahlo. Será porque Teresita, la infatigable secretaria de Diego, que en ese instante le trae su té y sus medicinas, la recuerda constantemente: “Sabe usted, señorita, Fridita era tan valiente, tan generosa. Yo la oía hablar por teléfono: Fíjate, yo me siento muy bien, pero dice el doctor que me va a tener que cortar la pata...)
Miro a Diego, que sorbe lentamente su té en un dedal con pretensiones de taza. Yo me había imaginado a Diego bebiendo inmensos tarros de cerveza y cantando en ruso. Y resulta que es un blando y sumiso cordero que obedece el mandato de Teresita: “Dieguito, tómate tus medicinas”, y que pronuncia palabras en el francés más claro y cartesiano que pueda escucharse. Es un inmenso elefante de felpa, el papá de Dumbo, obediente y adormilado.
–¿Cuál es el hecho histórico que más admira?
(Al elefante, se le quita de pronto, la felpa).
–La Revolución de octubre que dio el poder al proletariado soviético y como consecuencia lo dará al proletariado mundial.
–¿Qué reforma social espera con ansia?
–La implantación del comunismo a escala mundial y en consecuencia, la de la muerte del Estado.
–Pero maestro, ¿qué es lo que el Partido Comunista hace por México?
–El Partido Comunista es el único que defiende los intereses del pueblo, es decir, de las mayorías productivas, manuales e intelectuales, contra sus explotadores del interior y del exterior. En todo aquello que representa algo favorable para el pueblo de México durante los últimos 35 años, está presente y visible la acción del partido, lo cual quiere decir que lo que hace el Partido Comunista es ejercer el patriotismo o sea el amor a México, expresado en acciones favorables al país. Ningún otro partido puede decir lo mismo, y un día todo el pueblo de México pertenecerá al Partido Comunista. Entonces se habrá establecido en nuestra patria la solidaridad humana, y el mayor bienestar posible dentro de las condiciones reales del mundo, vendrá como consecuencia.
(Los judas complacidos asienten con la cabeza. Con sus ojos de cartón fijos y vigilantes miran al hombre sentado a sus pies. Un hombre muy ampón, con un gran vientre forrado de tweed y una camisa azul rey. Unos ojos saltones bordados de rosa y una mano pequeña. La mano de Diego es menuda, transparente casi, y a mí siempre me han impresionado los señores cuyas manos y cuyos pies terminan en chiquito. ¡Como que están mal acabados! ¡Ya no alcanzó la piel y hubo que remachar rápidamente! Pero las manos de Diego son herramientas exactas, utilería de gran precisión, creadoras inagotables, sensibles e inteligentes. La presencia de los judas es maligna y se deja caer sobre la entrevista. ¡No me dejan desvariar! Cada vez que levanto los ojos encuentro un brazo de cartón blanco o unos labios de papel pintado...)
–Elenita, ¿usted le toma el pelo a los entrevistados, o no?
–No tanto, no tanto, maestro... ¿Le hago la siguiente pregunta?
–Bueno.
–¿Por cuál personaje histórico siente la mayor admiración?
–No podría elegir entre Lenin, Carlos Marx y Federico Engels.
–¿Por cuáles defectos siente usted una mayor indulgencia?
–Por los más grandes.
–¿Podría darme una definición de su carácter?
–Desgraciadamente no soy adivino, ni sicoanalista, ni siquiera filósofo. En cuanto a mi carácter vaya usted a saber porque no me conozco... Creo que...
–¿Y no intenta conocerse?
–Sí, pero no me interrumpa usted. Toda mi vida he tratado de conocerme, sin conseguirlo. La introspección ha sido en mí un completo fracaso.
–¿Y cree usted que hay alguien que lo conozca?
–Supongo que todas las mujeres que han tenido relaciones conmigo, aunque no sean sino amistosas o profesionales, por ejemplo, usted misma, Elenita Poniatowska.
–¿Usted cree en la virtud?
–Don Francisco de Quevedo dijo hace mucho tiempo: “No existe la virtud estando a oscuras”. Extiendo la realidad física a la realidad sicológica e imaginativa y con esto estoy completamente de acuerdo con Don Francisco de Quevedo.
–¿Cuál es el escritor que más le ha impresionado?
–Rabelais.
–¿Por qué?
–Esto no está en el cuestionario de Marcel Proust y no se lo voy a contestar porque sería interminable.
(El ogro ríe amablemente mostrándome una hilera de dientes pequeños. ¿Serán de leche? Indudablemente Diego Rivera no quiere ser tomado por Gargantúa).
–¿Cuáles son sus héroes y sus heroínas en la vida real?
–Es muy larga la lista, pero puedo citar cuando menos a Madame Lovachewska, a Marie Curie y a Frida Kahlo. Y volviéndonos a la cabeza de la lista, la reina Nefertiti.
–¿Por qué a Nefertiti?
–Nefertiti inventó el sistema central para el funcionamiento planetario y el monoteísmo que transmitió más tarde a Moisés haciendo posible el concepto moderno social. Admiro a Madame Lovachewska porque en su concepción del universo ovoidal descubrió que las paralelas no actúan como quería Euclides sino que siempre se juntan. Sin este cerebro femenino polonés no hubiera sido posible la ciencia moderna. Cada vez que los hombres encuentran un callejón sin salida en sus conclusiones científicas, la mujer derrumba el muro que lo cerraba para que el hombre siga adelante. Así lo hizo Nefertiti y después la Lovachewska. Nada de la actual ciencia hubiera sido posible dentro del concepto euclidiano, y cuando el hombre no pudo seguir adelante en el camino iniciado por la sabia polonesa, otro gran cerebro femenino dio la posibilidad. Los descubrimientos de María Curie hicieron posible todos los tremendos espacios donde se desarrolla actualmente el conocimiento de la materia, especialmente en lo relativo a lo más esencial de su estructura: el átomo. Yo no hubiera sabido –y creo que algún día lo sabrán todas las gentes–, a lo que puede llegar el heroísmo ante el dolor, la alegría a pesar del tormento, la ternura sin límite y el genio plástico en lo que tiene de más íntimo y directo, si no hubiera conocido a Frida Kahlo. Por eso es una de mis heroínas.
Para mi sorpresa, al finalizar la entrevista, Diego me acompañó hasta el coche porque le dije que mi mamá me esperaba. La saludó con una cortesía manifiesta y le preguntó si podría yo venir a posar porque necesitaba una carita eslava para encabezar el cuadro de una manifestación en Rusia. ¿O sería una procesión? “Voy a ponerle, como las campesinas rusas, una mascada en la cabeza”. Mamá, muy seria, casi no le respondió. Después al arrancar el automóvil me dijo:
–Ni de chiste, no te vaya a pintar como a tu tía Pita.

miércoles, 17 de septiembre de 2008


REPORTAJE
La fotografía de la pesadilla.
John Carlin 18/03/2007

La imagen de ese buitre acechando a una niña moribunda en África le persiguió en vida. Con ella atrapó el Pulitzer, pero también la maldición de una pregunta: “¿Qué hiciste para ayudarla?”. A Kevin Carter, cronista gráfico de la Suráfrica del 'apartheid', la presión le empujó al suicidio. Un periodista testigo de aquellos años rememora su figura.

Un hombre blanco perfectamente bien alimentado observa cómo una niña africana se muere de hambre ante la mirada expectante de un buitre. El hombre blanco hace fotos de la escena durante 20 minutos. No es que las primeras no fueran buenas, es que con un poco de colaboración del ave carroñera le salía una de premio, seguro. Niña famélica con nariz en el polvo y buitre al acecho: bien; no todos los días se conseguía una imagen así. Pero lo ideal sería que el buitre se acercara un poco más a la niña y extendiese las alas. El abrazo macabro de la muerte, el buitre Drácula como metáfora de la hambruna africana. ¡Ésa sí que sería una foto! Pero el hombre esperó y esperó, y no pasó nada. El buitre, tieso como si temiera hacer huir a su presa si agitara las alas. Pasados los 20 minutos, el hombre, rendido, se fue.

No se debería de haber desesperado. Una de las fotos se publicó en la portada de The New York Times y acabó ganando un premio Pulitzer. Pero incluso así se desesperó. Y mucho. El hombre blanco era un fotógrafo profesional llamado Kevin Carter. A los dos meses de recibir el premio en Nueva York se suicidó.
Hay dos preguntas. La primera, ¿por qué se suicidó? La segunda, ¿por qué no ayudó a la niña? La respuesta a la primera es relativamente fácil. La respuesta a la segunda es más interesante. Remontemos.
Kevin Carter nació en Suráfrica en 1960, dos años antes de que Nelson Mandela empezara su condena de 27 años de cárcel. Al llegar a la adolescencia empezó a entender que ser blanco en Suráfrica significaba ser una de las personas más privilegiadas de la Tierra y, al mismo tiempo, cómplice de una atroz injusticia. Cumplidos los 24 años, Carter descubrió que el periodismo era el terreno donde libraría su guerra particular contra el apartheid.

Comenzó su carrera en 1984, cuando las poblaciones negras en las periferias de las grandes ciudades -como Soweto, que estaba al lado de Johanesburgo- se convirtieron en campos de batalla. Jóvenes militantes negros, cuya única fuerza residía en su ventaja numérica, lanzaban piedras a los policías y a los soldados, que respondían con gases lacrimógenos, balas de goma o balas de verdad. Cientos murieron, miles fueron encarcelados. Soweto ardía, y allá, casi permanentemente instalado, estaba Carter, fotógrafo novato de The Johannesburg Star, expiando su culpa.

La gran ironía de la historia reciente de Suráfrica es que cuando salió Mandela de la cárcel en 1990, cuando empezó el proceso de paz que condujo cuatro años después a la democracia, se desató una violencia mucho mayor. Durante casi la totalidad de aquellos cuatro años, Soweto y otra media docena de poblaciones negras en los alrededores de Johanesburgo vivieron una anarquía asesina demencial, nutrida por opositores al proyecto democrático, en la que murieron unos 12.000. Allí, una vez más, estaba Carter. Todos los días. Se presentaba temprano por la mañana a los campos de la muerte, como se presentan los oficinistas a sus lugares de trabajo.

Yo también me presentaba allí, pero con menos frecuencia y más tarde. Siempre que llegaba a estos lugares, en pleno tiroteo o minutos después de una masacre, ahí veía a Kevin Carter, sudado, polvoriento, bolso sobre el hombro, cámara en mano. A él y a sus tres amigos fotógrafos, Ken Oosterbroek, Greg Marinovich y João Silva. Les llamaban a los cuatro “el Bang Bang Club”. Hacían fotos espeluznantes y se exponían a peligros extraordinarios. Yo había llegado a Suráfrica en 1989 tras seis años cubriendo las guerras de Centroamérica. Vi pronto que daba mucho más miedo estar en 1992 en un lugar como Tokoza o Katlehong, a escasos kilómetros de Johanesburgo, que en 1986 en los frentes del oriente de El Salvador o el norte de Nicaragua. Porque en los lugares donde los negros, animados por los blancos, se masacraban podía pasar cualquier cosa en cualquier momento y en cualquier lugar. Con un Kaláshnikov, una lanza, un machete o una pistola. Ahí trabajaba Carter. Ahí se pasaba desde las cinco de la madrugada hasta el mediodía haciendo fotos de gente matando y de gente muriendo.

Para poder hacer ese trabajo es necesario blindarse, armarse de una coraza emocional. No se puede responder a lo que uno ve como un ser humano normal. La cámara funciona como una barrera que lo protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión. Carter y sus tres camaradas dormían poco, además, y consumían drogas de todo tipo. Pasaban sus días y sus noches en un acelere mental y en un estado de anestesia emocional casi permanentes. Si se hubiesen detenido un instante a reflexionar sobre lo que hacían, si hubiesen permitido que los sentimientos penetraran la epidermis, habrían sido incapaces de hacer su trabajo. El entorno era alocado, pero el trabajo era importante. Si se hubieran quedado en sus casas o se hubieran expuesto a menos peligro, habría habido más muertos, menos presión política para acabar con la violencia. Ésta era la contribución de Carter a la causa de sus compatriotas negros.

En marzo de 1993 se tomó unas vacaciones de Tokoza y Katlehong y se fue a Sudán. Ahí, apenas aterrizar, es donde vio a la niña y el buitre. Respondió con el frío profesionalismo de siempre. No habría podido elegir otra manera de actuar. Estaba programado, anonadado. El único objetivo era hacer la mejor foto posible, la que tuviera más impacto. Ahí empezaba y terminaba su compromiso. La lógica era muy sencilla: si hacía una foto potente, se beneficiaría a sí mismo, pero también ampliaría la sensibilidad de los seres humanos en lugares lejanos y tranquilos, despertando en ellos aquella compasión -precisamente- que en él estaba necesariamente adormecida.

Por eso no hizo nada para ayudar a la niña. Porque si la hubiera ayudado, no habría podido hacer la foto. Porque había llegado al límite de sus posibilidades.
El problema era que la gente normal, empezando por su propia familia, no lo entendía. Fuera donde fuera, le hacían la misma pregunta. “Y después, ¿ayudaste a la niña?”. Se convirtió en un agobio, una pesadilla. Los únicos que no le hacían la pregunta, porque para ellos no era necesario hacerla, eran los amigos del Bang Bang Club.

En abril de 1994 le llamaron desde Nueva York para decirle que había ganado el Pulitzer. Seis días después, su mejor amigo, Ken Oosterbroek, murió en un tiroteo en Tokoza. Toda la emoción reprimida a lo largo de cuatro años salvajes explotó. Carter se quedó destruido. Lloró como nunca y lamentó amargamente que la bala no hubiera sido para él.

El mes siguiente voló a Nueva York, recibió el premio, se emborrachó, incluso más de lo habitual, y volvió a casa. La guerra se había terminado. Mandela era presidente. Suráfrica tuvo su final feliz, pero la vida de Carter dejó de tener mucho sentido. Quizá en parte porque el peligro de la guerra había sido su droga más potente, la que le había creado mayor adicción. Siguió trabajando, pero, perseguido por la muerte de su amigo y -ahora que se había quitado la coraza- la angustia moral retrospectiva de la escena con la niña sudanesa, se hundió en una profunda depresión. No podía trabajar, o si lo intentaba, caía en errores absurdos. Llegaba tarde a entrevistas, perdía rollos de fotos que ya había hecho. Y tenía problemas en casa: deudas, desamor...
El 27 de julio de 1994, exactamente tres meses después de las primeras elecciones democráticas de la historia de su país, Carter se fue a la orilla de un río donde había jugado cuando era niño, antes de que supiera lo que era el apartheid, el sufrimiento, la injusticia. Y ahí, por fin, dentro de su coche, escuchando música mientras inhalaba monóxido de carbono por un tubo de goma, logró la paz, la anestesia final de la muerte.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Identidad e Imagen.

Imprime el siguiente cuestionario y contéstalo en computadora.
1. ¿Cuéntame que haces durante una semana “normal” en tu vida?
2. Ahora bien, ¿Qué actividades realiza en sus días de descanso?
3. ¿Tiene algún pasatiempo del que no me haya hablado?
4. Platícame de tu familia directa, ¿De dónde son originarios?
5. ¿Cómo se conforma? Nombres completos de cada miembro aún finados
6 ¿Cómo es tu vida de pareja?
7 ¿Cómo te verías sin pareja?
8 ¿Cuál es el principal valor que te han inculcado?
9 ¿Qué valores consideras esenciales para que una sociedad funcione?
10 ¿A qué persona le tienes más confianza?
11 ¿Por qué?
12 Si existiera una palabra en el diccionario que lo(a) describiera, ¿Cuál sería esa palabra?
13 Mencióname 5 cualidades tuyas
14 Mencióname 5 defectos tuyos
15 ¿Qué opinión tienen de ti tus subordinados o colaboradores?
16 ¿Si tuvieras una discusión muy fuerte con uno de tus seres más queridos (padres, esposo, hijos) cómo se expresarían de ti en ese momento, es decir, cómo te describirían?
17. Mencióname 5 adjetivos que describan tu personalidad
18. Si pudieras en estos momentos cambiar alguna forma de ser tuya ¿Cómo te gustaría ser?
19. ¿Con qué personaje de la historia o de la vida actual te identificas?
20 ¿Qué tiene ________________________ (mencionar al personaje) que hace que te identifiques con él (ella)?
21 ¿Cómo fuiste como alumno en las diferentes etapas de tu formación académica?
22 Desde el punto de vista profesional, ¿Cómo te relacionas con tus colaboradores?
23 ¿Cómo organizarías tu equipo de trabajo?
24. Fuera de tu vida profesional, descanso y/o familiar, ¿que es lo que consideras que nadie sabe de ti?
25 ¿Hay alguna información que no se haya tocado durante la entrevista y que quisieras comentarme?

martes, 19 de agosto de 2008

Teorías de la comunicación.

Bienvenidos pituchianos, éstas son algunas de las lecturas que realizaremos a lo largo del curso de teorías de la comunicación.
!Suerte!

Estética y Arte

Favor de entrar a la siguiente dirección y leer el artículo:
http://www.campusred.net/forouniversitario/pdfs/comunicaciones/documentacion/Ricardo_Pinilla.pdf

lunes, 7 de julio de 2008

Cuento

Intrucciones:

Escribe un cuento a partir de la imagen que se presenta. Intenta escribir el cuento más original de la clase.

Se tomará en cuenta la ortografía, más de 5 errores ortográficos invalidan el cuento.

Es necesesario que el cuento tenga narrador en tercera persona y que cuente con diálogos.

Extensión mínima 2 cuartillas.

El cuento debe entregarse impreso el miércoles 9 de julio.

sábado, 21 de junio de 2008

El eclipse


Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.
Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.
Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.
Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.
-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.
Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.
Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.
°
°
Actividades.
Contesta las siguientes preguntas en el apartado de comentarios, recuerda ser muy claro y escribir sin errores ortográficos. Esta actividad sólo se revisa en el blog "no en el salón de clases"
¿Qué opinas acerca del estilo en que está escrito este cuento?
¿En qué medida se evidencia la personalidad de Augusto Monterroso en su escrito?
Si tú hubieses escrito este cuento, ¿qué final le darías?

sábado, 14 de junio de 2008

sábado, 7 de junio de 2008

Cuestionario sobre "Las nuevas tecnologías en la Educación"

¿A qué se refiere Irene Martìnez con informaciòn fragmentada?
¿Cuáles son las consecuencias de la información fragmentada?
¿En qué consisten las dos perspectivas que la autora considera para enfrentar los problemas del conocimiento?
¿Qué es la pedagogía basada en imágenes?
¿En qué medida es valioso para el docente contemporáneo el tipo de recursos que se derivan de la pedagogía basada en imágenes?

sábado, 31 de mayo de 2008

El compromiso social de los profesionistas.


Objetivo: La siguiente actividad busca sensibilizar a los futuros profesionistas respecto a la situación del mundo globalizado y buscar algunas soluciones que puedan ser aportadas a partir de su propio desempeño en el ámbito laboral.

Actividades:
1. Lee el texto titulado “La tierra necesita una nueva economía que valore los bienes naturales.
2. Escribe un comentario de 10 renglones donde aclares qué piensas sobre los contenidos del texto.
3. Ve el video titulado “Un mundo desigual”
4. Responde el cuestionario.
5. Tanto el comentario al texto como las respuestas del cuestionario debes incluirlos en la parte de comentarios (Recuerda que sólo ahí se revisará)


La Tierra necesita una nueva economía que valore los bienes naturales
La Tierra necesita una ‘nueva economía’ que otorgue un valor cifrable a los bienes naturales y posibilite que la protección del Medio Ambiente arroje más beneficios que su destrucción.
Esa es la principal conclusión a la que llega un estudio elaborado por encargo de la Comisión Europea (CE) y el ministerio alemán de Medio Ambiente presentado hoy en Bonn durante la conferencia de la ONU sobre Biodiversidad.
El informe titulado ‘The economics of ecosystems and Biodiversity’ (La economía de los ecosistemas y la biodiversidad) elaborado por el economista del Deutsche Bank en Londres Pavan Sukhdev ha realizado un cálculo del valor potencial de distintos bienes naturales y los costes que acarrea su destrucción.
La idea es conseguir que en el futuro merezca económicamente más la pena invertir en la naturaleza que destruirla.‘El objetivo debe ser que la protección de la naturaleza arroje por lo menos unos beneficios en euros superiores a su explotación’, afirmó el ministro alemán de Medio Ambiente, Sigmar Gabriel, al presentar el informe junto a su autor y el comisario europeo de Medio Ambiente, Stavros Dimas, y el director ejecutivo del programa medioambiental de la ONU, Achim Steiner.
El informe llega a la conclusión de que el ritmo actual de destrucción de los bosques acarreará en 2050 una pérdida del 6 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) mundial, retroceso que se derivará de la pérdida de funciones realizadas por los bosques como el control de riadas o el suministro de agua potable.
A juicio de Steiner, el mundo tiene que ‘inventar una nueva economía‘ que introduzca también el instrumento de la inversión en bienes naturales públicos.
Uno de los patrones en los que podría basarse este modelo económico podría ser el mercado de emisiones de dióxido de carbono ya existente.
En esta bolsa las industrias que emiten más del tope que se le fija pueden compensar sus excedentes de polución comprando acciones de CO2, vendidas previamente por países con bajas emisiones y grandes espacios naturales.
Sukhdev explicó que el valor monetario de las áreas protegidas del planeta, calculado a partir de los servicios que prestan, oscila entre los 4,5 y los 5,1 billones de dólares.A su juicio, los ‘vencedores’ de la próxima revolución industrial serán quienes adviertan a tiempo el valor de estos bienes invirtiendo en eco-tecnología y nuevas energías.
El informe revela que, de mantener el ritmo actual de destrucción de la biodiversidad, en 2050 habrá desaparecido el 11 por ciento de los espacios naturales que existían en 2000 y, en 2030 se habrá destruido el 60 por ciento de los arrecifes de coral.
Al mismo tiempo, incluye una serie de ejemplos positivos de países que han sido precursores a la hora de dar un valor económico a sus reservas.
Así, por ejemplo, se cita el caso de Costa Rica que ha elaborado un sistema de pagos por los servicios que prestan los ecosistemas, en el que desde 1997 invirtió 200 millones de dólares para proteger 460.000 hectáreas de bosques y plantaciones forestales.
Otro ejemplo es el del Canal de Panamá, donde compañías de seguros y navieras están financiando un proyecto para reforestar un área de 80 kilómetros de longitud, iniciativa que a medio plazo sale más barata que asumir los costes derivados de crecidas o problemas de sedimentación que trae consigo la deforestación a lo largo del canal.
El informe presentado en Bonn sólo pretende ser un balance parcial de un gran proyecto que Gabriel describió como posiblemente una de las ‘principales aportaciones al debate sobre la protección de la biodiversidad’.

Vídeo: Un mundo desigual (Voces contra la globalización 4.)
Uploaded by otromundoesposible

Cuestionario:

1. El documento habla de un “mundo desigual”. Señala todas las desigualdades que has detectado a lo largo del documento.
.2. ¿El hambre del mundo es fruto de la carestía de alimentos?
3. ¿Qué resultados ha tenido la globalización para los países más pobres?
4. ¿Qué problemas hay con las patentes de los fármacos? Expresa tu opinión sobre ello.
5. ¿Es realmente pobre África y carece de recursos?
6. ¿Cuál es el problema de la deuda externa de los países pobres?
7. ¿Por qué los subsidios / subvenciones de los países ricos a determinados productos pueden generar problemas en los países pobres?
8. ¿Crees que existe una correlación entre el exceso de consumo de los países ricos respecto de la pobreza de otros?
9. ¿Crees que los profesionistas tienen un compromiso especial respecto a estos problemas en el mundo?