8 de julio, 2013
La polis, el concepto que ha
trascendido miles de años e idealmente armoniza los intereses de los individuos
con la comunidad y el Estado, parece tomar forma en un universo que, de
pintarse hace una década habría parecido fantasioso. Pero la ciudad concebida
por los griegos ¿verdaderamente ha encontrado un nicho en las redes sociales
para que los cibernautas argumenten, opinen, debatan, exijan cuentas a sus
funcionarios y representantes y den seguimiento a los asuntos públicos? Más
aún, esos políticos, cualquiera que sea su función, ¿responden, gestionan y se
relacionan de forma horizontal con los ciudadanos en las plataformas
tecnológicas? Lamentablemente todo apunta a que la respuesta para ambas
preguntas es que todavía no.
Todos los días la WEB se inunda de
voces. El 82%, de 46 millones de internautas mexicanos, son usuarios de redes
sociales, un número apetecible para los pobladores de nuestra clase política
que, paradójicamente, es la que menos interés despierta en ellas. Según una
encuesta de Consulta Mitofsky de enero de 2012, resulta que sólo se interesan
en política 12% de los asiduos a Facebook y 16% de quienes están en Twitter.
Asimismo, Javier Allard, director general de la Asociación Mexicana de la
Industria de Tecnologías de la información (AMITI), dice que aún es reducido el
número de políticos que utilizan las redes sociales para generar diálogos o
discusiones.
Hasta ahora los usuarios son más
reactivos que proactivos. Sobre todo Facebook y Twitter muestran los rostros de
aquellos que agradan o transgreden reglas, opinan o vociferan, evidencian actos
de prepotencia, provocan renuncias y emergen movimientos que se prenden y
apagan. Mientras, los protagonistas de la política están ahí para ventilar sus
grescas internas, mofas entre correligionarios, deslindes de incómodos,
búsqueda de posicionamiento. Observan, vigilan e inundan de mensajes, sobre
todo en procesos electorales, con la esperanza de cautivar a seguidores de sus
cuentas al estilo de Barack Obama. Pero, en la mayoría de los casos, no han
logrado responder a las preocupaciones esenciales de los ciudadanos, que pocas
veces los leen con atención.
Eso, además de otros abismos. En el
estudio Mapa de ruta 2025 para transformar a México a través de las Tecnologías
de Información y Comunicaciones, la AMITI señala que “de acuerdo a datos de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de 2010,
mientras que los hogares en países como Corea y Suecia contaban con acceso a
Internet casi en su totalidad, con 96.8 y 88.3% respectivamente, en México sólo
el 22.3% de los hogares tenía acceso a éste; lejos del promedio de la OCDE, de
71.6%, e incluso ligeramente por debajo del acceso en países como Brasil y
China, 27.1 y 23.7%, respectivamente.
“Igualmente existe una brecha a nivel
estatal. Según la Encuesta sobre Disponibilidad y Uso de Tecnología de
Información y Comunicación en los Hogares 2011, mientras en el Distrito
Federal, Baja California y Sonora el 53.6, 53.4 y 49.6% de la población son
usuarios de internet respectivamente, en Chiapas, Oaxaca y Guerrero apenas son
el 22, 23.8 y 24.5%. De acuerdo a esta misma encuesta, el mayor crecimiento en
los usuarios se da en los mexicanos más jóvenes”.
Los datos anteriores reflejan las
diferencias abismales que aún se deben zanjar para que exista una participación
más representativa de todas las zonas del país sin perder de vista que la
tecnología, si bien una herramienta efectiva, no suple la riqueza de contenido
de los mensajes.
En México, varios políticos han
incursionado con éxito en las redes, algunos se han disuelto entre miles de
cuentas que se abren y cierran en instantes, otros creen que basta con
trasladar a Facebook o Twitter, primordialmente, prácticas de antaño envueltas
en el celofán de la tecnología para sugerir influencia entre seguidores,
lectores, simpatizantes y opositores.
Cierta empresa de publicidad publicó
recientemente el ranking mundial de los cincuenta líderes políticos de México
con mayor número de fans en Facebook, correspondiente al mes de mayo. Entre
ellos, Heriberto Félix Guerra se halla en el tercer sitio. Con base en una nota
publicada en El Economista en 2011, Business Thinking era la “única agencia
mexicana reconocida como un caso de éxito por dicha red social porque logró que
un personaje político reuniera 700 mil seguidores en un lapso de cinco meses”.
El personaje con el que la empresa
tijuanense logró este caso de éxito, en tan poco tiempo, es el exsecretario de
Desarrollo Social. Dicha agencia genera aplicaciones que al parecer hacen más
eficiente el mensaje que se transmite, desde encuestas hasta software de
percepción. A pregunta expresa sobre la habilidad anunciada respondieron que
“los políticos usan varias herramientas de Facebook para dar a conocer sus
mensajes y propuestas; esto ayuda a que tengan buena percepción y los sigan
personas reales. A diferencia de Twitter, esa red social es mucho más segura ya
que los perfiles son reales en un 95%”. Bien por las nuevas tecnologías de la
información aplicadas al marketing político, pero habría que analizar cuántas
personas de esa abrumadora cifra que, por ejemplo, tiene en su cuenta Heriberto
Félix están realmente interesadas en sus mensajes.
Las redes sociales y
su influencia
Muchos están convencidos de que gracias
a esas voces que van y vienen se ha fortalecido la necesaria participación
ciudadana, la transparencia, y que la democracia al fin ha encontrado el
resorte que la impulsa. Sin embargo, es indispensable que quienes legislan,
gobiernan, administran o son gobernados sepan usar esos espacios que algunos
han catalogado como el “quinto poder”. Y, en realidad,
ese es el meollo del asunto ¿existe la polis en las redes?
Aparentemente,
la incesante actividad en ellas ha hecho mella en las decisiones de quienes se
desenvuelven en la política, ha roto con prácticas anquilosadas, le ha dado
espacio irrestricto a la protesta, ha cambiado la fisonomía de la participación
ciudadana. Aparentemente.
Gerardo
Luis Dorantes Aguilar, doctor en ciencias políticas y sociales, considera que
“desde la aparición de la televisión, no se había visto un impulso a la
reflexión y el debate como con la emergencia de Internet, debido a la celeridad
y omnipresencia que ha imbuido a la información y al conocimiento, lo que ha
generado nuevos parámetros para su examen. Es así que, desde científicos
sociales hasta los gurús del ciberespacio, han especulado ampliamente sobre sus
efectos en las decisiones políticas. Por ejemplo, Andrew Shapiro asegura que
‘aun con una vívida imaginación, no es muy fácil comprender hasta qué punto la
Red permite a los individuos tomar un fuerte control sobre la política’.
“Hasta
ahora, la literatura teórica y empírica sobre la materia ha generado más
preguntas que respuestas, si bien no cabe duda que las nuevas tecnologías
hipermediáticas han modificado las maneras de hacer política. Sin embargo, esta
discusión no debe limitarse, como ocurre de manera frecuente, a una visión
maniquea entre si Internet y las redes sociales influyen o no en las decisiones
de la clase política, tal como en el pasado se planteara el caso de la
televisión. No obstante, lo que parece quedar claro es que, en última
instancia, la Interred en sí misma no garantiza la democracia”.
Para
Diego Beas, autor de “La reinvención de la política: Internet y la nueva esfera
pública”, existe un malentendido pues el hecho de que los políticos cuelguen
información en un sitio web o en las redes sociales no equivale a transparentar
la gestión pública. Y sí, usarlas es inevitable, simplemente porque mucha gente
está en ellas, incluso reemplazan la utilización de los medios de comunicación
tradicionales. Pero eso no quiere decir que los políticos escuchen, dialoguen e
interactúen con los ciudadanos”.
Esa
nueva forma de hacer política, opina el articulista de diarios como El País, no
se traduce en la apertura de procesos políticos que incorporen nuevos actores,
que incidan en la formulación de políticas públicas. La prueba de fuego
consiste en preguntarse si, efectivamente, se están dando esos cambios. Muchos
expertos coinciden en que no. Las redes no hacen que madure una sociedad, no
reemplazan su necesaria participación en la actividad política para consolidar
una democracia.
En
este tema sobre la influencia de las redes en las decisiones de los políticos,
Zoé Roledo, senador del PRD cree que “hay una perversión o por lo menos una
equivocación”: las calificaciones, recriminaciones o reprobaciones de los actos
de un servidor público, por ejemplo, son respuestas reactivas. “Lo deseable
sería que influyeran en la prospectiva o cuando se planea una acción. Esos son
los ámbitos donde debería existir una relación bidireccional de las redes
sociales con los actores políticos. Por ejemplo, si yo presento una iniciativa
de ley que afecta o beneficia a un grupo de chiapanecos, la relación óptima
sería preguntarlo antes y a partir de las respuestas generar una
retroalimentación, Pero generalmente ocurre lo contrario, las acciones
políticas preceden la reacción”.
En
cambio Laura Rojas, senadora del PAN, considera que antes era prácticamente
imposible para la ciudadanía tener acceso a legisladores, presidentes
municipales, al presidente de la república o inclusive a directivos de
organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU),
desde donde también se toman decisiones muy importantes. Incluso quienes
querían comunicar algo tenían que ser políticos famosos, el coordinador de la
bancada o el presidente del congreso, para que les hicieran caso los medios de
comunicación. “Hoy, aunque no seas un rock star de la política, si eres un buen
twitero se puede llegar a muchísimas personas, académicos, periodistas,
artistas. Hay una interacción”.
Las
redes sociales tienen un peso importante no sólo en la conducta de los
políticos sino en alguna medida en la toma de sus decisiones, en resumen han
democratizado la comunicación, la han hecho horizontal. También ayudan a rendir
cuentas y a la transparencia, lo cual provoca “que uno tenga más conciencia de
que está permanentemente vigilado y tienes que tratar de comportarte de la
mejor manera posible, de hacer mejor tu trabajo y eso abona a la calidad de la
democracia que todos los ciudadanos esperan”.
Javier
Allard coincide cuando comenta que las redes contribuyen al fortalecimiento de
la democracia. Antes de ellas, la poca gente interesada en la política buscaba
información en las columnas periodísticas o programas de radio específicos.
Ahora, con facebook o twitter, existe la posibilidad de llegar a un número de
personas infinitamente superior, quienes además critican, comentan, opinan.
Existen mayores oportunidades en el debate, por ejemplo, el que se desató con
la Reforma en las telecomunicaciones.
Sin
embargo, se debe reconocer que desafortunadamente aún tienen mayor peso la
crítica ácida, dura o majadera en las redes. Hay quienes hacen campañas virales
para atacar reputaciones que equivalen a los periodicazos de antaño. La
facilidad en la comunicación, que no imaginábamos siquiera hace cinco o seis
años, es un arma de dos filos y el problema radica en cómo le enseñamos a la
gente a filtrar la información viral, falsa. Evidentemente es necesaria la
educación para contrarrestar el bullyng cibernético que está en su apogeo,
explica el director general de AMITI.
¿Sabemos usar las redes?
Los
políticos utilizan las redes sociales porque aspiran a tener mayor contacto con
el entorno más próximo y con el ciudadano. Saben que ellas juegan un papel
importante en la relación con la gente y a la postre en procesos electorales.
Pero ¿saben usarlas? ¿Y los usuarios comunes?
Con
base en el estudio de la AMITI denominado Mapa de ruta 2025 para transformar a
México a través de las Tecnologías de Información y Comunicaciones, “uno de los
principales atrasos que México enfrenta en la materia es la poca preparación
para el uso y aprovechamiento de las TIC en la ciudadanía. De acuerdo al
Reporte Global de Tecnologías de la Información 2013, elaborado por el Foro
Económico Mundial, México se encuentra en la posición 87 de 144 países en el
subíndice que mide la disposición de la ciudadanía para el aprovechamiento de
las TIC, posición por debajo del lugar 63 donde se ubica el país en el índice
general. En dicho subíndice se evalúa la calidad del sistema educativo, haciendo
énfasis en el área de ciencias y matemáticas, así como el porcentaje de
inscripción a educación secundaria y el grado de analfabetismo entre la
población adulta”.
El
doctor Dorantes, quien también es profesor-investigador nacional de la Facultad
de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y Especialista en Internet y
política, considera que “por la novedad y el vertiginoso desarrollo de los
nuevos medios sociales, incluidas las redes digitales, la realidad empírica ha
mostrado que una buena parte de la clase política y de la mayoría de los
adultos, incluso en el mundo, no posee aún las capacidades intelectuales, las
habilidades técnicas, ni el tiempo, para asimilar cultural y operativamente los
nuevos productos tecnológicos que operan en línea. Sin embargo, si tanto la
imprenta y las telecomunicaciones como las computadoras e Internet son medios
que han permitido modernizar al orbe, no se debe pasar por alto lo que señala
Walter Ong: ‘una vez tecnologizado, el mundo no puede ser des-tecnologizado.’
“En
consecuencia, la porción moderna de la elite en el poder, en general, se vale
de jóvenes bien preparados o de empresas especializadas en lo que se conoce en
inglés como community managers; que pudiera traducirse como gerentes de la
comunicación digital en red, para que transmitan diversos mensajes políticos a
sus clientelas, reales y potenciales, previamente indexadas. Ello no implica
que algunos gobernantes seguramente realicen un esfuerzo propio de comunicación
digital.
“Los
agentes políticos utilizan esas redes en la comunicación gubernamental y en la
electoral. En este último escenario de actuación política, la comunicación
digital encuentra su nicho natural. No obstante, existen varios mecanismos y
algoritmos para hacer crecer, incluso de manera desproporcionada y atropellada,
las clientelas virtuales”.
Diegos
Beas agrega que hoy, sobre todo en Twitter, se refleja la imitación de
prácticas monolíticas propias de la política mexicana que lleva gente a las
plazas, foros o mítines. Esas prácticas ahora se replican por medio de bots,
trendig topics y la manipulación de algoritmos que le dan una supuesta mayor
importancia a un usuario de Twitter.
Incluso,
el hecho de que varios políticos no manejen sus cuentas y tengan gente
especializada que lo hace por ellos, para simular conversaciones e ideas, es la
burda evidencia de lo poco que entienden la utilidad y relevancia de las redes
sociales así como para qué sirven. Simplemente las toman como una moda en lugar
de trabajar en una nueva forma de hacer política, para enriquecer el debate.
Pero es muy fácil que queden en evidencia si los ciudadanos se dan a la tarea
de revisar, a través de Internet, la información en torno a sus propuestas, a
sus ideas y les dan seguimiento, explica el periodista español.
Por
su parte, Zoé Robledo cree que “muchos compañeros políticos se confunden en dos
temas: primero, encargarle a alguien más que twitee equivale a que a la hora de
un mitin sea otro quien dé el discurso en lugar del personaje central. Así de
grave lo veo porque esa red social, a diferencia de otros medios de
comunicación, es mucho más personal”. Tampoco debe creerse que es una vía
unidireccional donde los followers esperan ansiosamente qué vas a decir, pero
no los escuchas. Si twitter no es bidireccional no sirve para nada.
“Los
políticos mexicanos tenemos todavía un reto enorme: aprender a usar las redes
sociales en función de sus reglas que no se van a adaptar a las de la política
mexicana, por el simple hecho de que hoy existen más personas que twitean que
aquellas que votan y nos guste o no y eso crecerá. Cuando los niveles de
votación y de participación en las cosas públicas disminuyen y se incrementa la
interacción en las redes sociales es un indicativo de que nosotros tendremos
que adaptarnos”.
Otro
error, explica Zoé Robledo, consiste en considerar que si uno tiene 5 mil
seguidores todos estarán de acuerdo con lo que decimos en las redes. En Twitter
más no siempre es mejor. El hecho de que a uno lo sigan líderes de opinión que
si generan influencia y una masa crítica, es más importante que contratar a
diez chavos que me están retuiteando. Afortunadamente ya empieza a haber
herramientas que miden cuál es el número real de seguidores a partir del
análisis de los mismos. En cuanto a quienes se dedican al quehacer político,
cualquiera que sea su ámbito, y aumentan falsamente sus seguidores, el senador
perredista opina que “equivale a pensar que los acarreados a un acto público
incrementan la influencia. Es como hablarle a sordos y los bots no votan”.
Little Brothers
La
frontera entre lo público y lo privado en la esfera política, que evidentemente
se diluye actualmente en las redes, resulta también un tema inevitable porque,
como dice el doctor Dorantes, la diferencia ha quedado superada. “Modificando
la idea de George Orwell, parece ser que, gracias a las redes sociales
digitales, ya no existe un Big Brother. Lo que ahora prolifera son millones de
Little Brothers, quienes se vigilan unos a otros”.
Esa
opinión nos remite a una realidad que traspasa lo virtual: cuando se comparte
un estado, una opinión o imágenes, automáticamente se vuelven información
pública. Esto viene a cuento por el caso reciente de Lilia Varenka Torrealba,
adscrita a la Subsecretaría de Gobierno del Distrito Federal, quien subió
fotografías en las que ostentaba armas de fuego. Su defensa, por demás endeble,
consistió en argu%u0308ir una invasión a su intimidad. A la postre renunció.
El
senador Robledo señala que los políticos, a la hora que eligen esa profesión,
deben saber que su tarea es la cosa pública y en esa opinan todos no sólo
porque tienen el derecho sino la obligación. Además, lo que hacen afecta a la
ciudadanía. “Nuestros jefes son los electores y deben conocer cómo actúo en la
vida pública y en la privada en términos de lo que hago en la sociedad”.
La
senadora Laura Rojas coincide cuando comenta que “todo lo que subes a una red
social deja de ser privado en ese momento. Facebook incluso tiene candados para
restringir, por ejemplo, fotografías a un cierto círculo, pero al final del día
cualquier otro puede compartirlas. Cuando se sube algo a una red social en ese
momento se renuncia a la privacidad.”
Pero
una cosa es lo que se publica en las redes y otralos datos personales de sus
usuarios que si deben ser protegidos. El doctor Dorantes dice que “cada vez que
un internauta, político o no, accede al ciberespacio por cualquier camino,
coloca una gran cantidad de datos personales que de otra suerte permanecerían
en la intimidad. Sin saberlo, un usuario de la Red, al conectarse con una o más
personas, al mismo tiempo, se enlaza con diversos bancos de datos cuyos fines
nada tienen que ver con sus intenciones comunicativas. Estamos pues viviendo lo
que pareciera ser una nueva era: la Era de los Datos. A estos bancos acceden no
solo los gobiernos y las empresas; también diversos medios masivos”.
Sobre
este tema, The Guardian dio a conocer la segunda semana de junio la identidad
de la fuente que reveló la recolección de datos privados, a gran escala, de
usuarios de Google, Facebook y Microsoft por parte del servicio secreto
estadounidense. El técnico Edward Snowden, de 29 años dijo: “No quiero vivir en
una sociedad que hace estas cosas. No quiero vivir en un mundo donde todo lo
que digo y hago queda registrado”.
Trascendió en las redes
Otro
fenómeno que se percibe actualmente en las redes es que ahora son uno de los
instrumentos para revelar cuestiones que anteriormente eran trascendidos en los
medios o revelaciones periodísticas.
Al
respecto el doctor Dorantes explica que “Internet es un nuevo espacio público
que, a diferencia de los medios tradicionales, como la prensa, la radio y la
televisión, involucra de manera virtual y simultánea todos los niveles y
actores del mundo de la política y de la comunicación, así como a relevantes
segmentos de la sociedad. Como afirma Sarah Oates, la Red “puede abarcar a los
agentes políticos y del gobierno que transmiten sus mensajes en redes
separadas; a los medios que se encuentran interpretando esos mensajes también
en mallas apartadas, y a los ciudadanos frente a sus computadoras absorbiendo
el contenido de internet”. Todo ello en tiempo real y, si se desea, de forma
anónima.
“Además,
mientras los medios tradicionales transmiten información a los receptores en
una sola dirección, los usuarios de internet tienen un espacio de relación
biunívoca con el mundo en línea. Como suele decirse, los usuarios de la
Interred han pasado de ser meros consumidores a productores de noticias; es
decir, ahora somos prosumidores. Esta nueva condición permite a cualquier
persona conectada, no solamente a la clase política, develar todo tipo de
cuestiones a sabiendas que sus revelaciones tendrán un mayor efecto, viralidad
y cobertura que los trascendidos en los periódicos. Por lo tanto, las redes
sociales digitales constituyen un gran incentivo para dar a conocer, sin
censura, datos e informaciones de relevancia social y política. El caso
paradigmático es el de Wikileaks.”
La
senadora Laura Rojas explica, en este aspecto, que las redes sociales también
sirven para hacer públicas las posiciones políticas, sus razones, los respaldos
a alguien o a alguna causa e incluso para deslindarse. “Esto me parece muy
valioso porque antes se aventaba la piedra y se escondía la mano”. Un ejemplo
muy reciente es la historia que vivieron en el Partido Acción Nacional (PAN) en
las últimas semanas: las posiciones con respecto al Pacto por México. “Hay
quienes dicen que no están de acuerdo y otros que si pero hacen todo lo posible
por sabotearlo.
“Yo
lo dije en Twitter muchas veces: diferir o disentir de la opinión del otro está
bien. En ningún lado son deseables las unanimidades ni las incondicionalidades
hacia personas o grupos. Me parece que es atinado hablar de la participación
del PAN en el Pacto, una decisión institucional votada por el comité nacional,
el consejo nacional y después ratificada; es decir, no fue tomada por el
presidente del partido. Entonces vale la pena preguntarnos sobre esa y
cualquier otra decisión: hasta cuándo vamos a participar, en qué condiciones
pero, si por un lado te dan la mano y por el otro tratan de robarte las
elecciones en Veracruz, evidentemente tienes que reaccionar.
“Disentir,
debatir fuerte con argumentos, datos, razones y dialogar, hacer propuestas,
criticar incluso duramente el actuar de cualquier compañero del partido me
parece que son cosas indispensables de la política y de la democracia. Sin
embargo, lo que sí está muy mal es perder el respeto en este proceso y eso fue
lo que vimos, lo que yo lamento profundamente y condeno. No se vale pasar a los
insultos, a las descalificaciones a la burla que vimos, lamentablemente, de
parte de varios senadores hacia el presidente del partido. Creo que hacer eso
en privado está muy mal y en público peor porque generamos una imagen de gente
que no sabe dirimir sus diferencias de una manera civilizada y con respeto”.
Al
respecto, Zoé Robledo opina que “con respeto a mis compañeros pareciera que
Twitter se convirtió en el siguiente ring después de que se acabaron las
posibilidades de dirimir las diferencias en una mesa política.” Ese tipo de
hechos, agrega “podría abonar a esa concepción de que los políticos no logramos
ponernos de acuerdo pero la parte positiva muestra que este mundo no es color
de rosa, es una pugna constante, son batallas cotidianas. Incluso en el diálogo
entre políticos siempre se busca que haya un vencedor y un vencido. Entonces
creo que puede acercar más a los ciudadanos hacia lo que realmente es la
política”.
Y
precisamente sobre esas guerras intestinas de los partidos ventiladas en las
redes, el doctor Dorantes dice que “sin entrar al debate sobre si la tecnología
es neutral o no, ha quedado aclarado que su uso no lo es. En consecuencia, cabe
advertir que si bien los medios digitales han fortalecido el ejercicio del
Derecho a la Información, así como a la transparencia en el ejercicio de la
política, su utilización indiscriminada e irresponsable, como lo ha sido en la
Era pre digital, tiene efectos negativos para la vida democrática. Es por
ejemplo, el caso de los trolls.
“Si
bien las redes sociales permiten ventilar asuntos públicos que de otra manera
permanecerían ocultos, también es cierto que muchas personas o grupos de
interés se valen de ellas para filtrar cuestiones personales que nada tienen
que ver con los procesos políticos, lo que daña seriamente la salud democrática
de una sociedad
“Lo
que se califica como guerras intestinas al interior de los partidos,
constituyen procesos políticos, por ende públicos, que deben conocerse por la
ciudadanía. Incluso, el tono de las mismas, sin caer en la degradación del
adversario o en el discurso del odio. Es parte del espectáculo de la política.
Luego entonces, los agentes políticos deben ver estos procedimientos con mayor
objetividad, tranquilidad y sin desgarrarse las vestiduras”.
Ya en
estos caminos, la pregunta que resulta inevitable es si los políticos usan las
redes para presionar decisiones en uno u otro sentido en el andamiaje del
poder. El investigador de la UNAM dice enfático: “¡Por supuesto que sí! De
hecho, esto siempre ha sucedido. ¿Qué son si no, por ejemplo, las columnas
políticas en el diarismo? No obstante, el uso de los medios para presionar la
agenda de decisiones políticas y de política no se circunscribe a la elite
gobernante. Los medios, digitales o no, son el instrumento favorito de los
grupos de interés y las organizaciones gubernamentales para estos fines. Lo
relevante es que mediante Internet y sus plataformas, como por ejemplo la
Blogósfera, muchos ciudadanos interesados en participar en los procesos de
elaboración de las políticas públicas han encontrado un medio idóneo, si bien
poco utilizado, para influir en la toma de decisiones.
Política y ciudadanía: lejos en las redes
Los
políticos mexicanos que usan las redes ¿están interesados en acercamientos
reales con la ciudadanía o sólo las usan para dirimir diferencias personales y
como medio de promoción que se intensifica en periodos de elecciones? Gerardo
Dorantes explica que “a diferencia de los análisis en materia de comunicación
que colocan a los medios en el centro de la influencia mediática, un buen
número de estudios ha mostrado evidencias de que una cosa es el emisor de los
mensajes y otra muy diferente el receptor de los mismos. Esto significa que al
analizar toda la comunicación, incluso la que se lleva a cabo mediante la red,
es necesario diferenciar entre quién habla y quién se hace oír. En
consecuencia, si bien vale asegurar que los políticos modernos tienen interés
en ser escuchados, aunque en muchos casos sólo sea en las campañas político
electorales, cabe preguntarse también que porción de la ciudadanía de veras
está interesada en hacerse advertir.
“Para
tal fin y con objeto de comprender mejor el impacto político de Internet, es
conveniente partir de una visión macroscópica del tránsito por el ciberespacio
y las rutas que los usuarios típicos siguen para su acceso. Es decir, responder
a la cuestión de a dónde va y por dónde circula la gente al interior de
Internet.
“Con
datos obtenidos de Hitwise, provenientes del análisis realizado sobre una
muestra del diez por ciento de los diez millones de hogares inscritos en algún
servicio proveedor de la Red, Matthew Hindman escribe que para marzo de 2007,
una décima parte (10.5%) del tráfico total en la Red se dirigió a sitios
pornográficos o denominados para adultos. Asimismo, 9.6 % consultó sitios para
servicios de correo, tales como Hotmail o Yahoo. Otro 7.2% del tránsito accedió
a diversas máquinas de búsqueda y 2.9% consultó sitios de noticias. Finalmente,
0.12%, una centésima parte del total, consultó sitios políticos.
“Si
bien estos datos no son recientes, hay otras evidencias, si bien parciales, que
muestran que esta tendencia sigue prevaleciendo. Asimismo, la literatura
disponible permite asegurar que en el mundo, no nada más en México, la
democracia electrónica, tal como es concebida por algunos estudiosos optimistas
sobre la materia, no ha mostrado evidencias empíricas sobre su influjo en la
participación política de la ciudadanía. En resumidas cuentas, la política en
línea, incluidas las redes sociales, es la política de siempre”, opina el
doctor Dorantes.
Asimismo,
Si tomamos en cuenta que el 40% de los internautas se encuentran en un rango de
edad de 18 a 34 años, según la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), el
acercamiento con ese sector es un reto para los políticos. En este tema el
senador Robledo reconoce que “no sabemos hablarles a los jóvenes no solamente
en su lenguaje sino a partir de sus intereses. Si yo tuviera que dar un consejo
sobre cómo acercarnos a ellos creo que sería hablando menos y escuchando más
para entender sus preocupaciones.
“En
la política es muy fácil que nos dé ceguera de taller. Aquí se están matando
los del PAN, creemos que la nación entera está al pendiente de ello y no es
cierto. La gente tiene sus propias preocupaciones. En se sentido la herramienta
sirve mucho para escuchar, no tanto para hablar. Twitter permite ver cómo se
comporta un sector de la sociedad y yo veo una actividad intensa de muchos
jóvenes en la protección de derechos o en el llamado a que los ciudadanos
ejerzan su ciudadanía de una manera más amplia”.
En
cuanto al papel que tiene un político frente al ejercicio de la ciudadanía, la
senadora Rojas señala que “la responsabilidad que tenemos nosotros es poner
toda la información en la mesa de la forma más eficiente: a través de una
página en Internet. También es importante que la masa crítica no solamente esté
en áreas metropolitanas sino en todos los Estados, en los municipios. Ahí es
donde se concentra la mayor opacidad en el país, porque nadie vigila a un
regidor o un presidente municipal. Inclusive los gobernadores todavía están
bastante acorazados en ese sentido.”
Por
otra parte, agrega, falta lo concerniente a los recursos públicos del congreso.
Esa es una crítica que se nos ha hecho mucho y sobre la cual “presenté una
propuesta de reglamento de transparencia para el senado.”
¿Algo
positivo pasa en México?
Hace
poco, The Economist publicó, en su portada de sitio web, que la exhibición y
denuncia de actos ilegales de algunos políticos y su familia por medio de las
redes sociales indican que “algo positivo está sucediendo en México”.
El
doctor Dorantes dice que “no sólo esta prestigiada revista ha hecho este tipo
de señalamientos optimistas. Analistas académicos, opinadores mediáticos,
agentes políticos e importantes porciones de la sociedad han externado puntos
de vista en este sentido, en todo el orbe.
“Al
igual que todos ellos, soy virtualmente optimista en torno al futuro de las
nuevas tecnologías de información y comunicación, de Internet y de los medios y
las redes sociales digitales: en suma, sobre la llamada e-democracia, ya que,
como señala Steven Clift, ‘existe una creciente alianza a lo largo del espectro
político favoreciendo los cambios incrementales en los sectores democráticos en
todo el mundo.’ Ello se debe a que una serie de pequeños desarrollos, menos
conocidos, sobre la participación política en línea dará lugar a saltos
espectaculares sin precedentes e inesperados en la democracia.
“Sin
embargo, hoy por hoy, en virtud del control del ciberespacio básicamente por
parte, de empresarios y políticos, coincido con Michael Margolis y Gerson
Moreno, entre una importante cauda de analistas de la cibergalaxia, cuando
aseguran que ‘en lugar de revolucionar la política en el mundo real, la
actividad política en Internet ha tendido a reflejar y reforzar los patrones
habituales de la época pre digital’, concluye el doctor Dorantes.
Pero
el doctor Julio Labastida Martín del Campo, investigador del Instituto de
Investigaciones Sociales de la UNAM, si cree que las redes son un factor
importante para la democracia, ya que hoy impiden que el poder se concentre y propician
que la información circule sin presiones a ciudadanos. Son un nuevo fenómeno
social y no sólo tecnológico.”
Por
ejemplo en China hay un intento de controlar las redes; sin embargo, los
usuarios de las redes han logrado dar golpes a la corrupción en aquel país. “El
cambio político lo provocará ese gran vehículo pues los medios están acotados.
Es más, considero que tienen el primer lugar de importancia en la época actual,
ya que su margen de maniobra demarca a la política. Si bien es cierto que
estamos construyendo una democracia de calidad y eso toma su tiempo, las redes
sociales son factores de vigilancia, de rendición de cuentas y crítica. Exhiben
los problemas de un país y provocan una reacción sobre los gobiernos. Es un
poder ciudadano que contrarresta al de la clase política, lo limita, lo vigila
y en algunos casos lo corrige. Ahí están los casos de la primavera árabe o de
Croacia. En resumen, El doctor Labastida señala que “las redes sociales son uno
de los factores para que los políticos tomen conciencia de que no están solos
gobernando.”
Pero
¿cómo podemos vislumbrar esa relación entre políticos y ciudadanos en un futuro
no lejano? La AMITI, en su Mapa de Ruta, dice que “en el año 2025, México
tendrá una sociedad que participará en el entorno político de manera proactiva
a través de medios digitales. La sociedad Mexicana se comunicará con sus
representantes gubernamentales, individual y colectivamente, de manera
dinámica. Consecuentemente, la población tendrá un mayor nivel de influencia,
tanto en las decisiones públicas como en el planteamiento de soluciones a los
problemas públicos a través de mecanismos de colaboración en línea.
“Además,
los canales de información de dominio público se habrán incrementado con más y
mejor información, permitiendo a los ciudadanos supervisar el gasto y los
proyectos que realiza el gobierno. Lo anterior provocará que la población sea
más consciente de su capacidad para influir en las decisiones y motivará una
mayor participación ciudadana y evaluación de las acciones del gobierno. De
esta forma mecanismos como el voto electrónico, el referéndum en línea y los
chats con las autoridades, habrán transformado el concepto de debate público y
consolidarán la influencia de los ciudadanos en la vida política del país.
“Cabe
destacar que aunque la mayoría de las plataformas en que se lleva a cabo esta
participación son facilitadas por los gobiernos, en realidad muchas de ellas
son diseñadas por los ciudadanos para satisfacer sus necesidades. Dicha
inclusión política también mejorará la igualdad social y creará un acceso a la
cultura más amplio y rápido.”
Finalmente
¿qué nos deja este recorrido? Existe una gran cantidad de usuarios en las redes
sociales por la moda y el potencial, pero hace falta el resto de las piezas del
rompecabezas para trascender la etapa reactiva: ciudadanos informados,
participativos, que exijan, debatan y propongan con argumentos. Es decir, que
ejerzan su ciudadanía. Políticos que se comuniquen de forma horizontal y
respondan proactivamente, medios de información con un juego más ágil y útil
para los intereses públicos, una cobertura más equilibrada en todo el país de
las tecnologías de la información. En resumen: la herramienta única o el
momento idílico que resuelva los problemas de la humanidad es pura utopía.
1.
¿Cuáles son las consecuencias de que los
ciudadanos mexicanos tengan tan poca preparación en el uso de las TIC?
2.
¿Qué diferencia hay entre la información
publicada en internet y la transmitida
por los medios tradicionales?
3.
Los políticos mexicanos que
usan las redes ¿están interesados en acercamientos reales con la ciudadanía o
sólo las usan para dirimir diferencias personales y como medio de promoción que
se intensifica en periodos de elecciones?