martes, 3 de julio de 2012

Definición de posmodernidad en Vattimo enunciada en tres tesis: Historia, Occidentalización y Sociedad de la Comunicación.



Por: Oscar Pérez.

Nociones de posmodernidad.
¿Qué es la posmodernidad? Posmodernidad es el sustantivo más utilizado para referirse a la era que estamos viviendo y que sucede a la era moderna. ¿Cuándo empieza la posmodernidad? No existe obviamente un año señalado para el fin de la modernidad y el comienzo de la posmodernidad, sin embargo hay una idea extendida que refiere que la posmodernidad llegó con el siglo XX o que fue en su transcurrir que surgió. Hay sin embargo, algunos intelectuales que no aceptan la idea de la posmodernidad y sólo hablan de una modernidad tardía para el siglo XX. ¿Dónde se da la posmodernidad? La posmodernidad es una idea de occidente, sin embargo le debe a la globalización gran parte de sus definiciones por lo que podríamos especular que la posmodernidad es una idea que compete a todo el mundo aunque gran parte de éste lo ignore. 

La posmodernidad niega varias tesis que la modernidad afirma. No es una negación de la modernidad en todo el sentido de la expresión pero sí que se rebela en algunos puntos. Aquí vamos a mencionar tres de ellos mencionados por el filósofo italiano Gianni Vattimo, a saber: La historia, el imperialismo occidental y la sociedad de la comunicación.

La modernidad, hemos dicho, es el periodo de tiempo que antecede a la posmodernidad. Su surgimiento aproximado es a finales del siglo XV y principios del XVI. ¿Por qué surge la modernidad? Son varias las causas: El descubrimiento de América, la caída del imperio romano de Oriente, la invención de la imprenta, la escisión de la iglesia católica por las reformas de Lutero y otros sucesos que los historiadores no quisieron contarnos porque consideraron que no eran importantes. La tesis principal de la modernidad es la racionalización del mundo. Una vez eliminada la visión teológica que permeó durante la Edad Media, la modernidad se aferra a la razón y hace de ésta su bandera. Si tuviésemos que resumir a la modernidad en una frase elegiría una de Kant que dice: Ten el valor de servirte de tu propia razón.

Pues bien, la modernidad trabajó casi 500 años haciendo gala de esta idea.  Medio milenio el mundo vivió convencido de que el conocimiento al servicio del hombre  mejoraría el lugar de éste en el mundo, que la libertad para saber desbordaría nuestras bibliotecas, que la libertad para pensar haría hombres sabios, que el desarrollo tecnológico trabajaría siempre a favor de una sociedad del bienestar y del bien común. Pues bien,  al final, cuando se demostró  exactamente lo contrario, el hombre se desencantó de la modernidad y de gran parte de las cosas que ésta trajo. Es verdad, la posmodernidad puede definirse como el desencanto respecto a las promesas que la modernidad nos hizo, pero es más que eso.

La crisis del decurso histórico unitario.
Es un lugar común la frase que refiere que la historia está escrita por los vencedores. Es verdad: la historia la escriben los hombres poderosos y en general  la escriben no tanto para explicar el pasado como para justificar el presente, para validar su poder y domesticar la mente de los que no somos poderosos. Nosotros aprendemos la historia oficial, la lamentamos o la celebramos según sea el caso. Rara vez la cuestionamos. La historia tiene un discurso oficial, una versión que casi todos escuchamos cuando somos pequeños, que leemos cuando somos jóvenes y que transmitimos a los demás cuando somos adultos. Esta historia oficial tiene un decurso histórico unitario ¿Qué significa esto? Significa que es lineal, tiene un principio, una división, tiene títulos,  personajes principales, personajes secundarios, tiene un lenguaje específico y tiene sobre todo un sentido, va hacia alguna parte. Lo anterior está conectado con lo actual y esto a su vez remite a lo futuro. Es causal y tiende a la justificación, es preventiva y en muchas ocasiones  comparativa y amenazante. Vattimo advierte que el decurso histórico de la historia entró en crisis pues cada vez son más las personas que entienden que no es lo mismo historia que discurso histórico, también son cada vez más los que piensan que el hombre contemporáneo no es el resultado de la Historia sino algo independiente, posiblemente influido por el discurso histórico pero no por la historia misma. Entró en crisis porque el discurso histórico perdió valor, perdió fuerza y sus axiomas, otrora intocables, hoy son fuertemente cuestionados. Mencionaré algunos ejemplos: Debemos conocer nuestro pasado para no repetirlo, los jóvenes cada vez son más irrespetuosos, vivimos una crisis de valores, la humanidad se está deshumanizando, ya no se puede salir a la calle, la televisión nos hace idiotas,  o su contraparte: leer nos hace mejores, y en general cualquier idea que refiera que los tiempos pasados siempre fueron mejores por el simple hecho de ser pasados.

El decurso unitario está en crisis también porque el sentido de la historia dejó de tener sentido. En general es muy posmoderna la muerte del sentido de las cosas. La pregunta por el sentido ha dejado de tener sentido y al hombre posmoderno eso le tiene sin cuidado, pero los modernos han de vaciarse y desolarse y terminarse si creyeran que su vida no tiene un para qué más allá de la propia vida. Los modernos igual que sus antecesores consideraban trazado el esquema de la vida desde el inicio hasta el final y un poquito más allá. La posmodernidad no acepta más trazo ni delineamiento que el que cada quien realiza para su propia vida. Por ello el decurso histórico deja de ser unitario y se torna múltiple y multidireccional.


El fin del imperialismo occidental.
El mundo ha vivido un imperialismo occidental permanente. Occidente es el adjetivo para referirse a la parte desarrollada de Europa y la parte desarrollada de Norteamérica. El imperialismo de occidente nos ha hecho pensar que la única versión válida del mundo es la de ellos, su apariencia física es envidiable y queremos lucir como ellos, su modo de pensar es envidiable y queremos pensar como ellos, su manera de vivir es envidiable y queremos vivir como ellos, su manera de comer es envidiable y queremos comer como ellos, su manera de matar es envidiable y queremos matar como ellos. Occidente extiende su idiosincrasia al mundo y el resto nos limitamos a mirar y reproducir sus patrones de conducta. Difícilmente una idea surgida en Latinoamérica, África o Asia tiene valor o sugiere un impulso de imitación para los occidentales, Es occidente quien cura nuestras enfermedades, es occidente quien diseña nuestra ropa, es occidente quien desarrolla nuestra tecnología, es occidente quien escribe nuestros libros, es occidente quien filma nuestras películas, es occidente quien nos regala con sus idiomas, y también es occidente quien nos dice en qué dios creer y la manera más eficaz de ser hombres piadosos.

El imperialismo occidental ha sido hasta hace poco tiempo otro de esos axioma irreductibles. Sin embargo algo está cambiando pues cada vez es más profunda e insistente la influencia que los países orientales imprimen en occidente. El mundo posmoderno dirige el rostro al continente asiático y descubre valores que durante mucho tiempo estuvieron escondidos. La cultura oriental, considerada por muchos historiadores como la primera de todas las culturas está demostrando al mundo que hay alternativas de vida diferentes al canon occidental, que el pensamiento budista es una alternativa espiritual, que el modelo económico es prudente, que la inteligencia asiática salva vidas y las conforta, que sus rimadores no desmerecen ni a Shakespeare ni a Cervantes, y que en general el modelo que utilizan es válido y ha de tomarse en cuenta.

China se ha convertido en un abrir y cerrar de ojos en la segunda potencia más poderosa del mundo y algunos economistas sugieren que no pasará mucho tiempo antes de que se convierta en el país más poderoso. Gianni Vattimo nos advierte que del mismo modo en que la edad Antigua llegó a su fin con la caída del imperio romano de occidente en manos de los otomanos, así la modernidad llega a su fin con la caída de occidente en manos de oriente aunque en este caso la caída no sea territorial  sino económica y parcialmente cultural.

El surgimiento de las sociedades de la comunicación.
Las sociedades clásicas siempre se valieron de un sistema de comunicación casi personalizado. Los llamados sabios o filósofos transmitían su saber en academias y liceos, pero también en ágoras o plazas públicas. Podemos decir que la transmisión del conocimiento era directa. Existían los rollos, los papiros y luego los libros y no fue sino hasta el inicio de la edad moderna, con la aparición de la imprenta, que el saber vaciado en los libros pudo convertirse en un medio más amplio de comunicación. Este esquema establecía un canon bien definido de conocimiento, pues sólo podía saberse lo que estaba en los libros y en los libros había poco y de hecho los libros circulaban de forma escasa  y con grandes restricciones. Además  la mayor parte de la gente no sabía leer. Los grandes pensadores fueron siempre los mismos: Aristóteles, Hesiodo, Séneca, etcétera. Los pensadores del canon occidental. La llegada de la ilustración fue una nueva versión del dogma clásico pues apenas unos cuantos ilustrados (Diderot, Rousseau, Voltaire) influyeron profusamente en el espíritu del pueblo ignorante que sólo obedeció el nuevo canon. Estas sociedades eran sumamente respetuosas del canon vigente y a él se encomendaban.

El desarrollo de las nuevas tecnologías en el siglo XX propició un tipo de sociedad diferente a las sociedades clásicas. El uso de la luz eléctrica y los medios de electrónicos de comunicación se integraron a la vida del ser humano de forma  que las relaciones entre los hombres y entre las naciones empezaron a moverse según las pautas que los medios les marcaban. El conocimiento se relativizó y el canon, si bien persistía, era cada vez más oscuro. Hoy el uso de  teléfonos celulares, computadoras personales y una red de información más poderosa que la biblioteca más provista del mundo han propiciado un exceso de información y un vencimiento del canon intelectual. No sólo eso. Ha permitido un acercamiento cultural sin precedente entre la mayoría de los países de todos los continentes y en general ha reducido las distancias entre oriente y occidente. Los sabios filósofos han sido relegados por el navegador y los liceos por las habitaciones personales de cada individuo que goza de conexión inalámbrica.

Gianni Vattimo considera que el paso de las sociedades del conocimiento a las sociedades de la comunicación puede considerarse también como el paso de la modernidad a la posmodernidad. Es lo que el profesor Juan Arana llamó la transformación de las sociedades especializadas en sociedades multidisciplinares.

El posmodernismo anti posmoderno.
El espíritu del hombre posmoderno evita a toda costa las clasificaciones, además, cómo hemos advertido, no se considera el resultado de ningún tipo de devenir histórico, por lo que hemos de admitir aquí que el mote de posmodernismo es otorgado precisamente por los que no son posmodernos. Eso, diría Jaime Sabines, es asunto de agencias de viajes, la realidad es que la posmodernidad no debe ser considerada como una etapa de decadencia, justo como la concebía el intelectual francés Jaques Barzun, sí la humanidad sufre una crisis, no es de valores sino de sentido común. Cualquier crisis implica un momento previo de auge y nadie puede señalar sin descaro, una etapa en la historia de la humanidad como  aquella del auge moral. El problema posmoderno no es de sentido sino de cantidad y de grado de desarrollo tecnológico-militar. Somos muchos individuos en el planeta y nos estamos acabando sus recursos, además de que contamos con un sistema bélico que podría mandar a criar malvas a la mayor parte de la humanidad con solo apretar un botón. Los hombres de hoy no son mejores ni peores que aquellos que aprobaron la esclavitud y sometieron a la mujer a ser la sirvienta de los hombres, o de aquellos otros que incendiaron a quienes comprobaron que la versión bíblica sobre el origen del universo era una vacilada, tampoco, por supuesto de aquellos que en nombre de una raza pura mataron a seis millones de no puros. Los hombres de hoy somos más y por ello es que cada vez hay más violencia y más asesinatos. Las condiciones sociales sí que han sido heredadas por un devenir histórico, pero a nivel intelectual, creo que como cualquier hombre, en cualquier época, tenemos la capacidad y la libertad para decir no, para decir no quiero, para hacer las cosas como creemos que deben hacerse, para decidir luchar o para decidir no hacerlo, para protestar o para resignarse, para vivir con sentido o sin él, para decidir si nuestra vida le pertenece a las personas que nos rodean o si nos pertenece a nosotros mismos y así actuar en consecuencia.