viernes, 25 de octubre de 2013

Principales conceptos de Sartre

Lee con atención porque tendrás que hacer un esfuerzo intelectual mayor al que acostumbras para responder las preguntas que te hago.



La obra filosófica de Sartre se puede dividir en tres períodos. El primero, marcado por la influencia de la fenomenología de Husserl. El segundo, marcado por la adopción de una postura atea y la asimilación de los presupuestos del existencialismo, siguiendo en este último aspecto las reflexiones de Heidegger respecto a la ontología de la filosofía de la existencia. Y el tercero, marcado por el intento de sintetizar el existencialismo con una visión crítica y alejada de las ortodoxias dominantes del marxismo. Por lo demás, hay que tener en cuenta de forma general la actividad literaria de Sartre, continuada a lo largo de toda su vida, así como la actividad periodística y su constante preocupación por las cuestiones sociales y políticas, que hicieron de él un modelo de referencia para los intelectuales comprometidos con la lucha contra la injusticia y las contradicciones sociales de su tiempo.

a) El periodo fenomenológico

Tras su estancia en Berlín como becario del Instituto Francés, habiendo estudiado sobre todo la filosofía de Husserl, los primeros escritos de Sartre, escritos entre los años 1936-1940, tienen una orientación claramente fenomenológica. Así ocurre, por ejemplo, con su primera obra, "La trascendencia del Ego", en la que se discute la naturaleza de la conciencia, distinguiéndose de la posición adoptada por Husserl pero en clara dependencia con los planteamientos fenomenológicos. Lo mismo ocurre con sus otras obras, filosóficas o literarias, de la época, centradas las primeras en el interés por la psicología, adoptando una postura crítica respecto a las escuelas psicológicas de su tiempo, y que llevan los significativos títulos de "La imaginación" y "Lo imaginario". Y respecto a las segundas, baste citar "La náusea".

b) El período existencialista

En los años posteriores, hasta 1952, la actividad filosófica de Sartre se vuelve hacia el existencialismo que, a partir de la publicación de "El ser y la nada", le van a convertir en el principal, o al menos en el más popular y conocido, representante del existencialismo. El conocimiento de los principales elementos de su pensamiento existencialista, que se desarrollan posteriormente, constituyen el objeto de esta exposición, lo que se advierte explícitamente para dejar constancia de las deliberadas limitiaciones de este trabajo.

c) El período marxista

Sin que se pueda decir que abandona las tesis más radicales del existencialismo, Sartre, a partir de los años 60 y hasta el final de su vida, orientará su actividad hacia el marxismo. No, ciertamente, hacia las formas más ortodoxas de marxismo, pero mostrará públicamente su interés hacia los países en los que el marxismo se constituyó en una forma de poder político, aunque sin escatimar las críticas, especialmente en aquellos aspectos en que un regimen totalitario choca con su concepción existencialista del ser humano como libertad. De esta época datan obras tan importantes como la "Crítica de la razón dialéctica", considerada por algunos como la declaración de su ruptura con el existencialismo, apreciación probablemente exagerada.

El existencialismo de Sartre

1.

El existencialismo es un movimiento filosófico que se desarrolla a partir de 1927, con la publicación de "El ser y el tiempo", de Martín Heidegger, y que alcanzó su máximo esplendor en los años 40 del presente siglo, para decaer hacia la década de los 60. Su fundamental principio filosófico es el análisis de la existencia humana como punto de partida para cualquier ulterior reflexión sobre lo real. Como precursores de este movimiento hay que citar a Kierkegaard, quien influye poderosamente en el ambiente intelectual pre-existencialista, aportando numerosos temas de reflexión, y a Husserl, no tanto por el contenido de sus doctrinas como por el uso que harán algunos existencialista (como Heidegger) de su método fenomenológico. Como lugares comunes del existencialismo podemos reseñar los siguientes puntos:
  • a)

    Todas las filosofías de la existencia arrancan de una llamada "vivencia existencial", que es entendida de diversos modos por los existencialistas: como fragilidad del ser", como "marcha anticipada hacia la muerte", o como "repugnancia o náusea general".
  • b)

    Su tema principal de investigación es la existencia, entendida como '`un modo de ser particularmente humano". El ser humano es, pues, el único animal que tiene existencia, en ese preciso sentido.
  • c)

    La existencia es concebida como una actualidad absoluta, no como algo estático, de lo que se pueda decir que es, sino como algo que se crea a sí misma en libertad, que deviene, que es un proyecto. La existencia, por lo tanto, es algo que pertenece sólo a los seres que pueden vivir en libertad.
  • d)

    En consecuencia, el ser humano es pura subjetividad, es decir, puro despliegue de su capacidad creadora, de su capacidad de ser para sí mismo, de su propio hacerse, de su "existir ". El ser humano se crea libremente a sí mismo, es su libertad.
  • e)

    Pero pese a su subjetividad el ser humano no queda cerrado en si mismo, sino que se halla esencial e íntimamente vinculado al mundo y, en especial, a los demás seres humanos. En su real y efectivo hacerse, la existencia deviene "co--existencia".
  • f)

    La distinción entre sujeto y objeto, tal como es planteada por la metafísica tradicional, es también rechazada por los existencialistas, entre quienes prevalece la vivencia de la realidad sobre el conocimiento de la realidad. Y en esa vivencia la oposición sujeto/obieto queda anulada.

2.

La realidad es vivida fundamentalmente mediante la angustia, es decir, por medio de aquello por lo que el ser humano se da cuenta de su finitud y de la fragilidad de su posición en el mundo. La angustia se presenta como el modo en que el ser humano accede al fondo último de la realidad. No olvidemos las condiciones históricas que acompañan el surgimiento del existencialismo: entre la primera y la segunda guerra mundial.

3.

Entre los más destacados representantes del existencialismo podemos destacar a los alemanes Heidegger (que es indiferente al tema de Dios) y Karl Jaspers (que admite la trascendencia del ser humano después de la muerte) dentro de la corriente que se ha dado en el llamado existencialismo negativo, y en la que también se suele encuadrar al francés Sartre (existencialismo ateo declarado y consecuente); y el también francés Gabriel Marcel, como representante del existencialismo teológico o espiritualista.

4.

La filosofía de la existencia se presenta como una filosofía pesimista, cuya conclusión es la de que la existencia humana carece de sentido, es un absurdo (el ser humano, como dice Sartre, es "una pasión inútil "),ya que no hay ninguna esencia, ninguna dirección fija en la que deba desarrollarse. Pero es a partir del reconocimiento de la existencia de donde, precisamente, al no haber ninguna esencia prefijada, al no ser el ser humano esto o aquello, sino pura libertad, como es posible re-construir el ser de esa existencia y, con ello, la realidad toda y el ser humano, como un fruto de su libertad.

5.

Jean Paul Sartre fue el filósofo existencialista más comentado y el que alcanzó mayor notoriedad en los círculos culturales de la Europa de la primera mitad del siglo XX, incluidos los no existencialistas y los no estrictamente filosóficos. Esto se debe no sólo a su obra filosófica sino, y principalmente, a su amplia producción novelística y a sus piezas de teatro. Entre sus novelas figuran titulos tan conocidos como "El muro" o "La náusea"; y entre sus obras teatrales, "Las rnanos sucias", "La puta respetuosa', etc.

La noción de existencia en el pensamiento de Sartre

1.

La afirmación de que "la existencia precede a la esencia" es considerada como la característica fundamental del existencialismo. Ahora bien, la distinción entre esencia y existencia llega a la filosofía occidental de la mano de Tomás de Aquino, quien la había tomado de Avicena, y fue utilizada por él en el contexto de su teología para fundamentar la distinción entre los seres contingentes y el ser necesario, a fin de poder conciliar sus planteamientos aristotélicos con las exigencias de la revelación y los fundamentales dogmas del cristianismo. Según tal posición, Dios, el ser necesario, es el único ser en el que la esencia se identifica con la existencia, es decir, el único ser cuya esencia consiste en existir.

2.

Todos los demás seres, sin embargo, poseen la existencia de un modo secundario, no forma parte de su esencia, por lo que son seres contingentes, que pueden existir o no existir. Fueron muchos los filósofos occidentales que consideraron tal distinción innecesaria, por cuanto la noción de existir no añade nada a la noción de la esencia de algo real, como en el caso de la posición adoptada por Kant, o por otras razones más o menos fundamentadas, rechazando así los planteamientos metafísicos del tomismo.

3.

Según tal distinción entre la esencia y la existencia, la posición de la metafísica tradicional respecto a la relación Dios/seres humanos podría reducirse a una sencilla explicación del tipo: Dios piensa el ser humano (su esencia) y posteriormente lo crea, es decir, le da existencia a la esencia pensada, del mismo modo que un artesano piensa primero el objeto y luego lo construye según lo pensado. Ahora bien, ¿qué ocurre si suprimimos a Dios de esa relación? ¿cómo explicamos la existencia de los seres humanos, de la realidad?

4.

Sartre al partir de la negación de la existencia de Dios, y no desde una posición agnóstica sino desde un ateísmo radical, (que no es ninguna novedad en la filosofía, por lo demás, y menos en la de finales del siglo XIX y principios del XX), formulará una explicación distinta de lo que debemos entender por existencia, y de lo que la existencia significa en el caso de los seres humanos. Suprimido Dios, el esquema tradicional carece de sentido. No hay una esencia eterna a la que un ser supremo dota de existencia. La existencia de los seres humanos no se puede ya reducir a la realización de una esencia pensada por Dios.

5.

Los seres humanos "están ahí", existen como realidades que carecen de una esencia predefinida; y en ese "estar ahí", lo que sean dependerá exclusivamente de su modo de existir. Dado que ese existir no es algo "añadido" a una esencia predefinida, el existir de los seres humanos es anterior a lo que son en cuanto tales, su existir es anterior a su esencia. Y en la medida en que su ser esto o aquello depende de su propia realización como seres humanos, su hacerse, su existir, es un hacer libre. Los seres humanos no están sometidos a la necesidad de corresponderse a una esencia, por lo que la existencia debe ser asimilada a la contingencia, no a la necesidad. Los seres humanos son libres.

6.

"Lo esencial es la contingencia", dice Sartre en La Náusea. "Quiero decir que, por definición, la existencia no es la necesidad. Existir es estar ahí, simplemente; los existentes aparecen, se dejan encontrar, pero jamás se les puede deducir. Hay quienes, creo, han comprendido esto. Aunque han intentado superar esta contingencia inventando un ser necesario y causa de sí. Ahora bien, ningún ser necesario puede explicar la existencia: la contingencia no es una máscara, una apariencia que se puede disipar; es lo absoluto y, en consecuencia, la perfecta gratuidad. Todo es gratuito, este jardín, esta ciudad y yo mismo".

El ser humano y la libertad en el pensamiento de Sartre

1.

Distingue Sartre en el mundo dos tipos de realidades o entes, los que son "en-sí", y los que son "para-sí". Entre estos últimos se encuentran los seres humanos, en cuanto son conscientes de su propio ser, en cuanto existen, en el sentido anteriormente señalado. Los demás seres simplemente son. El ser humano, siendo consciente de su propio ser, y precisamente por ello, existe, ¿Cuál es, pues, el ser del ser humano, el ser del para-sí? E'l ser del ser humano es la nada, tomada en su sentido más literal.

2.

¿Cómo llega Sartre a alcanzar esta respuesta? El análisis de la conducta humana, basado en cierto modo en la filosofía de Heidegger, le lleva a Sartre a descubrir en el ser humano la posibilidad que éste tiene, frente a los demás seres, de contestar con un no, es decir: le lleva a descubrir al ser humano como posibilidad de negar. La interrogación nos descubre un nuevo componente de lo real, la negatividad. Pero ¿dónde está el origen de esta nada? No puede originarse en el ser en-sí, puesto que la noción de ser en-sí no contiene en su estructura la nada: el ser en-.sí es pura positividad. La idea de la nada tiene que venir, en consecuencia, del otro único tipo de ser, del ser para-sí, única realidad que queda, excluido en ser en-sí. Dice Sartre:
"Debe, por tanto, existir un ser - que no puede ser el para-sí - y que tenga como propiedad el níhilizar (negar) la nada, soportarla en su ser y construirla contínuamente de su existencia, un ser por el cual la nada venga a las cosas".

3.

Pero, para ser el creador de la nada, el ser humano debe albergar en si mismo la nada: el ser del ser humano, en definitiva, es la nada. No hay que entender esta nada como si el ser humano en si mismo fuera absolutamente nada: en el ser humano hay un en-sí, es decir, su cuerpo, su "ego", sus costumbres... Pero lo específicamente humano es su no determinación, su libertad, su nada. Sartre nos dice, además, que el para-sí (el ser humano) se caracteriza por tres tendencias:
1) tendencia a la nada
2) tendencia al otro
3) tendencia al ser

4.

La tendencia del ser humano a la nada se descubre en la conciencia y en la libertad. Esta no es una propiedad del ser humano sino que es su propia esencia. Con ello nos quiere decir que no es cierto que exista primero el ser humano y luego se diga de él que es libre, sino que no hay, estrictamente hablando, diferencia alguna entre el ser del ser humano y el ser libre del ser humano: el ser humano es su propia libertad.

5.

De la identificación del ser del ser humano y su propia libertad se deducen dos consecuencias importantes para la concepción del ser humano en Sartre, En primer lugar, el ser humano, como tal, no posee naturaleza alguna predeterminada, no se identifica con una esencia determinada: su esencia es su libertad, es decir, la indeterminación, la ausencia de toda determinación trascendente. En segundo lugar, la existencia precede necesariamente a la esencia, hasta el punto de que la esencia del ser humano (del para-sí) es su propia existencia.

6.

¿Cómo llegamos a la conciencia de la libertad? La libertad se revela en la angustia: "En la angustia adquiere el ser humano conciencia de su libertad o, si se prefiere, la angustia es el modo de ser de la libertad como conciencia del ser ". La angustia es la forma que tiene el ser humano de darse cuenta de lo que es, es decir, la forma de darse cuenta de que no es nada. El ser humano huye de la angustia y de este modo trata también de sustraerse de su libertad. Pero el ser humano no puede liberarse de la angustia, puesto que es su angustia, y por eso tampoco puede escapar de su libertad. El ser humano está, por ello, "condenado a ser libre".

1. Explica con tus propias palabras cómo entiendes los 6 lugares comunes del existencialismo que se mencionan en el texto (10 líneas mínimo)
2. Explica con tus propias palabras qué es para Sartre la existencia (10 líneas)
3. Explica con tus propias palabras por qué el ser humano está condenado a ser libre. (10 líneas)

domingo, 20 de octubre de 2013

Investigación aplicada

Ésta es la lectura pra Investigación aplicada a las Ciencias Sociales, debes leer el capítulo 8 titulado: ¿Ser diferentes es desconectarse?

El malestar en la cultura

Sigmund Freud.

Aparecido en 1930, en este artículo Sigmund Freud plantea que la insatisfacción del hombre por la cultura se debe a que esta controla sus impulsos eróticos y agresivos, especialmente estos últimos, ya que el hombre tiene una agresividad innata que puede desintegrar la sociedad. La cultura controlará esta agresividad internalizándola bajo la forma de Superyo y dirigiéndola contra el yo, el que entonces puede tornarse masoquista o autodestructivo.

1 Freud había escuchado decir de cierta persona que en todo ser humano existe un sentimiento oceánico de eternidad, infinitud y unión con el universo, y por ese solo hecho es el hombre un ser religioso, más allá de si cree o no en tal o cual credo. Tal sentimiento está en la base de toda religión. Freud no admite ese sentimiento en sí mismo pero intenta una explicación psicoanalítica -genética- del mismo.

Captamos nuestro yo como algo definido y demarcado, especialmente del exterior, porque su límite interno se continúa con el ello. El lactante no tiene tal demarcación. Empieza a demarcarse del exterior como yo-placiente, diferenciándose del objeto displacentero que quedará 'fuera' de él. Originalmente el yo lo incluía todo, pero cuando se separa o distingue del mundo exterior, el yo termina siendo un residuo atrofiado del sentimiento de ser uno con el universo antes indicado. Es lícito pensar que en la esfera de lo psíquico aquel sentimiento pretérito pueda conservarse en la adultez.

Sin embargo dicho sentimiento oceánico está más vinculado con el narcisismo ilimitado que con el sentimiento religioso. Este último deriva en realidad del desamparo infantil y la nostalgia por el padre que dicho desamparo suscitaba.

2 El peso de la vida nos obliga a tres posibles soluciones: distraernos en alguna actividad, buscar satisfacciones sustitutivas (como el arte), o bien narcotizarnos.

La religión busca responder al sentido de la vida, y por otro lado el hombre busca el placer y la evitación del displacer, cosas irrealizables en su plenitud. Es así que el hombre rebaja sus pretensiones de felicidad, aunque busca otras posibilidades como el hedonismo, el estoicismo, etc. Otra técnica para evitar los sufrimientos es reorientar los fines instintivos de forma tal de poder eludir las frustraciones del mundo exterior. Esto se llama sublimación, es decir poder canalizar lo instintivo hacia satisfacciones artísticas o científicas que alejan al sujeto cada vez más del mundo exterior. En una palabra, son muchos los procedimientos para conquistar la felicidad o alejar el sufrimiento, pero ninguno 100% efectivo.

La religión impone un camino único para ser feliz y evitar el sufrimiento. Para ello reduce el valor de la vida y delira deformando el mundo real intimidando a la inteligencia, infantilizando al sujeto y produciendo delirios colectivos. No obstante, tampoco puede eliminar totalmente el sufrimiento.

3 Tres son las fuentes del sufrimiento humano: el poder de la naturaleza, la caducidad de nuestro cuerpo, y nuestra insuficiencia para regular nuestras relaciones sociales. Las dos primeras son inevitables, pero no entendemos la tercera: no entendemos porqué la sociedad no nos procura satisfacción o bienestar, lo cual genera una hostilidad hacia lo cultural.

Cultura es la suma de producciones que nos diferencian de los animales, y que sirve a dos fines: proteger al hombre de la naturaleza, y regular sus mutuas relaciones sociales. Para esto último el hombre debió pasar del poderío de una sola voluntad tirana al poder de todos, al poder de la comunidad, es decir que todos debieron sacrificar algo de sus instintos: la cultura los restringió.

Freud advierte una analogía entre el proceso cultural y la normal evolución libidinal del individuo: en ambos casos los instintos pueden seguir tres caminos: se subliman (arte, etc), se consuman para procurar placer (por ejemplo el orden y la limpieza derivados del erotismo anal), o se frustran. De este último caso deriva la hostilidad hacia la cultura.

4 Examina aquí Freud qué factores hacen al origen de la cultura, y cuáles determinaron su posterior derrotero. Desde el principio, el hombre primitivo comprendió que para sobrevivir debía organizarse con otros seres humanos. En 'Totem y Tabú' ya se había visto cómo de la familia primitiva se pasó a la alianza fraternal, donde las restricciones mutuas (tabú) permitieron la instauración del nuevo orden social, más poderoso que el individuo aislado. Esa restricción llevó a desviar el impulso sexual hacia otro fin (impulso coartado en su fin) generándose una especie de amor hacia toda la humanidad, pero que tampoco anuló totalmente la satisfacción sexual directa. Ambas variantes buscan unir a la comunidad con lazos más fuertes que los derivados de la necesidad de organizarse para sobrevivir.

Pero pronto surge un conflicto entre el amor y la cultura: el amor se opone a los intereses de la cultura, y ésta lo amenaza con restricciones. La familia defiende el amor, y la comunidad más amplia la cultura. La mujer entra en conflicto con el hombre: éste, por exigencias culturales, se aleja cada vez más de sus funciones de esposo y padre. La cultura restringe la sexualidad anulando su manifestación, ya que la cultura necesita energía para su propio consumo.
5 La cultura busca sustraer la energía del amor entre dos, para derivarla a lazos libidinales que unan a los miembros de la sociedad entre sí para fortalecerla ('amarás a tu prójimo como a tí mísmo'). Pero sin embargo, también existen tendencias agresivas hacia los otros, y además no se entiende porqué amar a otros cuando quizá no lo merecen. Así, la cultura también restringirá la agresividad, y no sólo el amor sexual, lo cual permite entender porqué el hombre no encuentra su felicidad en las relaciones sociales.

6 En 'Más allá del principio del placer' habían quedado postulados dos instintos: de vida (Eros), y de agresión o muerte. Ambos no se encuentran aislados y pueden complementarse, como por ejemplo cuando la agresión dirigida hacia afuera salva al sujeto de la autoagresión, o sea preserva su vida. La libido es la energía del Eros, pero más que esta, es la tendencia agresiva el mayor obstáculo que se opone a la cultura. Las agresiones mutuas entre los seres humanos hacen peligrar la misma sociedad, y ésta no se mantiene unida solamente por necesidades de sobrevivencia, de aquí la necesidad de generar lazos libidinales entre los miembros.

7 Pero la sociedad también canaliza la agresividad dirigiéndola contra el propio sujeto y generando en él un superyo, una conciencia moral, que a su vez será la fuente del sentimiento de culpabilidad y la consiguiente necesidad de castigo. La autoridad es internalizada, y el superyo tortura al yo 'pecaminoso' generándole angustia. La conciencia moral actúa especialmente en forma severa cuando algo salió mal (y entonces hacemos un examen de conciencia).

Llegamos así a conocer dos orígenes del sentimiento de culpabilidad: uno es el miedo a la autoridad, y otro, más reciente, el miedo al superyo. Ambas instancias obligan a renunciar a los instintos, con la diferencia que al segundo no es posible eludirlo. Se crea así la conciencia moral, la cual a su vez exige nuevas renuncias instituales. Pero entonces, ¿de dónde viene el remordimiento por haber matado al protopadre de la horda primitiva, ya que por entonces no había conciencia moral como la hay hoy? Según Freud deriva de los sentimientos ambivalentes hacia el mismo.

8 El precio pagado por el progreso de la cultura reside en la pérdida de felicidad por aumento del sentimiento de culpabilidad. Sentimiento de culpabilidad significa aquí severidad del superyo, percepción de esta severidad por parte del yo, y vigilancia. La necesidad de castigo es una vuelta del masoquismo sobre el yo bajo la influencia del superyo sádico.

Freud concluye que la génesis de los sentimientos de culpabilidad están en las tendencias agresivas. Al impedir la satisfacción erótica, volvemos la agresión hacia esa persona que prohíbe, y esta agresión es canalizada hacia el superyo, de donde emanan los sentimientos de culpabilidad. También hay un superyo cultural que establece rígidos ideales.

El destino de la especie humana depende de hasta qué punto la cultura podrá hacer frente a la agresividad humana, y aquí debería jugar un papel decisivo el Eros, la tendencia opuesta.

1.    Explica con tus propias palabras el significado de subliminación.
2.    Explica con tus propias palabras cómo se crea la conciencia moral.
3.    Escribe un ejemplo donde se muestre el conflicto entre el amor y la cultura

domingo, 13 de octubre de 2013

Principales conceptos de Nietzsche

El hombre actual parecería que se encuentra inmerso en una cultura de muerte: la matanza masiva de personas en México, las guerras étnicas que viven las tribus africanas, el índice elevado de mortalidad infantil en nuestra América y en África, las muertes que se suman cada vez más por efectos del SIDA, el consumo de sustancias nocivas al organismo humano, las pruebas nucleares, la manipulación genética hacia la clonación de los seres humanos y muchas otras realidades nefastas que podríamos seguir enumerando. Nos encontramos en una época donde reina el egoísmo y la lucha por el poder. Es un tiempo de regresión al realismo ilustrado del siglo XVI; pero con la diferencia de que no posee un fin común, cada uno tiende hacia donde mejor le parece. También se resalta el hedonismo, donde prevalece el placer personal sin importar el otro. Reina la espontaneidad, el momento presente, ya no se tiene un proyecto o una visión de futuro. El hombre de hoy vive según su propio arbitrio. Dios ya no aparece como referente moral en la vida personal ni social. Se podría decir que Dios ha muerto.

La idea de la muerte de Dios hace referencia muy clara a Federico Guillermo Nietzsche, cuando lanza su grito desesperado afirmando que Dios ha muerto y que cada uno de nosotros lo hemos matado. Este filósofo arrogante fue tildado de "loco" por sus contemporáneos; pero hoy, en el mundo en que nos encontramos, donde sus ideas son actuales y recurrentes, las afirmaciones que lanzaba nos invitan a una reflexión profunda, interpelante y contrastante, para abrir senderos de esperanza en esta selva de desánimo y muerte.

Uno de los tantos pasos posibles para sacudir al hombre actual del sueño narcisista y cínico, sería el de abrirle los ojos a otra manera de entender la muerte de Dios para que haya vida y esperanza en el hombre. Nosotros, para cumplir con dicho cometido, hemos escogido el pensamiento cristiano por considerar que presenta una visión ecuánime e integral de quién es el hombre.
¿Cómo entender la muerte de Dios en Nietzsche y en el pensamiento cristiano?

La hipótesis que ha orientado el trabajo es la siguiente:
Revisando la biografía y autobiografía de Nietzsche, advertimos que los principales temas de su filosofía (La transvaloración de los valores, el eterno retorno, la voluntad de poder, el superhombre, la muerte de Dios), tienen una conexión singular con la doctrina de sus obras. En Zaratustra, Nietzsche se muestra como el superhombre que da a conocer esta doctrina. Estos principales temas del pensamiento nietzscheano se articulan e integran en el de la muerte de Dios. Contrastando la idea nietzscheana sobre la muerte de Dios con la postura cristiana (Dios que muere en la cruz), se entrevé que la primera conlleva una transvaloración de los valores, un sinsentido de la vida que concluye matando al mismo hombre; mientras que la segunda da sentido y fuerza a la vida del hombre y lo transfigura desde el amor.

1.- Federico Guillermo Nietzsche (1.844 - 1.900)

Se puede conocer a Federico Guillermo Nietzsche, desde tres puntos de vista: Primero: se observa la biografía desde terceros autores, exponiendo su cronología. Segundo: desde su libro: Ecce Homo, donde él se elucida como un espíritu curioso - sui géneris - sólo para almas bellas. Tercero: la autobiografía desde su locura, reminiscencia de su infancia, la educación recibida, la lucha consigo mismo.
Desde estas tres perspectivas hemos estudiado la vida de Nietzsche y hemos podido leer entre líneas que su filosofía es una autovaloración de sí mismo plasmada sobre todo en su obra Así habló Zaratustra. Nietzsche, al tomar la figura semilegendaria del filósofo persa del siglo VI a. J.C., le presta su voz para "advertir que la auténtica rueda que hace moverse a las cosas es la lucha entre el bien y el mal" (Nietzsche, 1971: 125). Zaratustra tiene más valentía que los demás pensadores para decir la verdad. Y como buen persa tiene, según Nietzsche, la virtud de disparar bien las flechas, y no huye de la realidad.

Luis Jiménez comenta, en su libro El pensamiento de Nietzsche, la necesidad de un arte de interpretar (la hermenéutica) para leer su filosofía y poder descifrar el simbolismo de la obra (Jiménez, 1986: 433). Nietzsche afirma: "he filosofado con mi ser total y las ruedas del caos me han arrastrado al torbellino de la locura" (Nietzsche, 1969: 199). Se podría entender que toda su vida, junto a sus actividades, los cambios que hizo, los rechazos que experimentó, lo llevaron a la locura, porque oscilaba entre el deseo de ser dios y la condición de seguir siendo uno más de los hombres. Se arrojó a la llama de la locura para contemplar su apoteosis, queriendo poseer el derecho de sentarse en el lugar vacío que dejó Dios.

La filosofía de Nietzsche tiene una estrecha relación con la vida que llevó. En sus obras podemos descubrir cuatro ejes entrelazados por el tema de la muerte de Dios. Estos ejes o ideas centrales nosotros los sintetizamos en: la transvaloración de los valores, la voluntad de poder, el eterno retorno y el superhombre.

2.- Filosofía Nietzscheana: cuatro directrices entrelazadas por la idea de la muerte de Dios

2.1.- La transvaloración de los valores


Nietzsche, en su intento de despertar de su letargo al hombre, propone comprender el amor fati, amor que aspira a amar la tierra y no las esperanzas sobrenaturales, la necesidad de instintos buenos y malos, ser hábiles en crear nuevos valores y rechazar aquellos valores del amor, de la igualdad, etc. Ser creadores de nuevos valores en el hombre, no es crear valores nuevos, sino aceptar los valores como verdades que proponen en cada momento lo que es útil al hombre.
La transvaloración nietzscheana no se ocupa de la esencialidad de los valores, sino que es una axiología antropológica, dirá Jiménez Moreno (1986: 172), los valores serán descubiertos por el hombre mismo a favor de su vida misma, este valor es crear. Implica el no contentarse con los valores superpuestos, no vividos, sino en apreciarlos, hacerlos suyos por necesidad de la propia vida. Remarcando que transvaloración no es transformación (que una cosa pierde su forma para adquirir otra) Nietzsche reclama una nueva jerarquía de valores y no acepta la tradicional.
Nuestro filósofo, cuando habla sobre transvaloración de los valores coloca en labios de Zaratustra el tema de educarse para abandonar el espíritu paciente y adquirir el espíritu libre. Para esto se deben seguir tres pasos: pasar del estado de camello al de león y culminar en la figura del niño.
El camello es un animal de carga, todo lo soporta, incluso aquello que el hombre no carga. Esta figura "es la propia tontería para burlarse de la propia sabiduría" (Nietzsche, 1985: 49). Este espíritu ingresa en un momento de cansancio cuando se escucha a sí mismo, realiza una reflexión sobre su destino y se avergüenza de sí mismo. De esta manera camina hacia la conquista de la libertad. Este es el sujeto que vive más tiempo por poseer dentro de sí deseos de cambios (Nietzsche, 1968: 117-118).
El león tiene la característica de conquistar su libertad atrapando a su presa y así ser dueño de su propio destino. El hombre que tenga este espíritu buscará eliminar a su último señor y Dios, al "Tú debes", a la recta moral inculcada. De aquí nace el "Yo quiero". Superar ese peso milenario, una tradición de tradiciones, no será faena fácil porque la tradición es una actitud superior a la que se obedece, no porque manda lo útil, sino porque manda (Nietzsche, 1985: 178). El niño, desde su inocencia, capricho, exige aquella ilusión que siente. Todo hombre debe tener este espíritu para poder crear su propia voluntad.
Zaratustra, a través de estos pasos, anuncia que todo hombre transmundano debe superarse a sí mismo. Anuncia que se debe dar apertura a una nueva voluntad que nace del yo, "un yo que crea, que quiere, que valora y que es la medida y el valor de las cosas" (Nietzsche, 1985: 58), un yo que habla con honestidad y encuentra honores para el cuerpo y la tierra, un yo que enseña un nuevo orgullo, a no esconder la cabeza como el avestruz, sino a estimar, a querer ese camino que se recorrería a ciegas y llamarlo bueno.
Nietzsche, al proclamar el tema de la transvaloración de los valores, enseña a ser espíritu libre, de corazón libre, que ame la tierra, y el cual, a partir de esta voluntad de poder creadora, podrá dar cabida a una reorientación del sentido del hombre.

2.2.- La voluntad de poder

Zaratustra, al mostrar su transvaloración de los valores, enseña a dar apertura a la voluntad de poder creadora, una voluntad que quiere despertar al espíritu, antecediendo a la sepultura de ese amo y señor, que apaga todas las aspiraciones del débil, del esclavo, del sumiso. De esta manera enseña a superarse a sí mismo para acoger al hombre nuevo.

Para Nietzsche la voluntad de poder es identificada como la esencia más íntima del ser. "Es así que los valores son creaciones de la vida, según ella sea ascendente o descendente" (De La Vega, 1980: 518).

La voluntad de poder creadora es la síntesis de la voluntad que ordena, que obedece, es dinámica. Deleuze define a la voluntad de poder como quien quiere (1971: 73), es la fuerza que ayuda al hombre a superar la moral del esclavo, a marchar hacia la vida, hacia la evolución vital.

2.3.- Preámbulo al eterno retorno

Martha de la Vega, al hablar sobre el eterno retorno en Nietzsche, afirma que el eterno retorno nietzscheano es identificado con la vida misma, puesto que la vida es un tema ineludible en él. El sentido de la voluntad de poder creadora da el sentido a la vida y "el eterno retorno pone de manifiesto el juego cósmico de fuerzas, el cambio, la destrucción, el dolor, la lucha, cuya realidad última es el devenir" (De La Vega, 1980: 516). Entonces, cuando Nietzsche habla del eterno retorno se refiere a una selección vital, determinada por una voluntad de poder creadora.
Metafóricamente hablando, el eterno retorno es un aro circular y eterno. Todo es uno y la fatalidad es inevitable, porque el fin se transforma en inicio y éste, a su vez, en fin. Todo es un devenir y un repetirse evolutivo de la vida misma y del cosmos.

2.4.- El superhombre

A Zaratustra le visita un adivino, éste le explica sobre la identidad de todo. Le advierte sobre su último pecado, la compasión. Escucha gritos de auxilio, gritos de hombres desesperados, pues ellos sienten náuseas de la plebe.

Zaratustra, con su canto de felicidad, atrae a los hombres, este canto es el riesgo que encuentra cuando topa con los hombres desesperados, que en primera instancia están insatisfechos por la vida que llevan. Entre estos se encuentran los reyes, el concienzudo del espíritu, el mago, el Papa jubilado, el más feo de los hombres, el mendigo voluntario, la sombra viajera; todos estos tienen una peculiaridad, pues buscan al gran sabio que les enseñe la novedad, algo nuevo. Acogerá a todos los hombres, que posteriormente se darán cuenta de que eran simples payasos, pues no ingresan en su ocaso y vuelven a la rutina que vivían. Buscará deshacerse de ellos, lo que sólo le será posible a partir de la llegada del signo que él espera: el superhombre.

Para Zaratustra el hombre superior es guerrero, bien nacido, que contradice al espíritu de igualdad, de la pesadez que afirmaba que todo hombre es igual ante Dios. Afirma que Dios era obstáculo para el hombre. Si Dios ha muerto, tiene que resurgir el superhombre, el primero y el único capaz de superar y conservar al hombre, el que se convierte en Señor, el que supera las pequeñas virtudes, el que domina el miedo con orgullo ante un abismo, el que ingresa en su ocaso para un nuevo amanecer. Sube con su propio esfuerzo a la cima, sólo así el superhombre estará en lo alto, como un águila.


El hombre superior arregla lo estropeado, tiene una vida dura, es cauteloso ante la honestidad, desconfía ante ella, mantiene secretas sus razones; no se hace adoctrinar con los llamados doctos por ser muy estériles, fríos, secos; miente porque comprende la verdad. La virtud del superhombre está en que no actúa "por" ni "a causa de" ni "por qué", esto sería actuar como gente pequeña, conformista, como la plebe.

Zaratustra adoctrina al superhombre en la virtud, aconseja que camine por las sendas conocidas si quiere ser el primero y no el último. Que no sea necio en ser conformista, ni estancarse en fundar una casa que enseñe el camino a la santidad, pues sería fundar su propio asilo de soledad. No ser estatua rígida, insensible como una columna, el andar revela búsqueda. Debe reírse de sí mismo, porque esto es indicio de madurez, porque se ama a sí mismo. Debe reírse también de todas las cosas buenas y de todo lo que ama su corazón. Zaratustra es el que ríe de verdad, no es condicionado ni impaciente, es loco; pero de felicidad (Nietzsche, 1985: 415).

La filosofía nietzscheana está integrada, entrelazada, por la postura de la muerte de Dios. No orienta a los valores sino da a conocer al superhombre para que sea él quien sustituya a Dios.

3.- La muerte de Dios 

Zaratustra anuncia la muerte de dios, lo que significa que es el hombre ahora el responsable de su propia vida, es como si Zaratustra hubiese dado una caja de regalo a cada persona y dentro estuviera la vida de esa persona. Dese ahora ya no habrá que acudir a instancias divinas para resolver los problemas del mundo, ni tampoco habrá de pensarse en el castigo y el premio divino para cada acción del hombre en el mundo. El cielo es un truco para que la gente le encuentre sentido a lo que hace, sin embargo lo importante no está ahí, en el cielo, sino acá en la tierra con los hombres de carne y hueso que sufren y que laboran día con día tratando de alcanzar la felicidad.


Preguntas:
1.       Escribe un ejemplo donde puedas aplicar sobre ti mismo las transvaloración de los valores explicando cada cambio (En camello- en  León, en niño)
2.       ¿Qué tendrás que hacer para afirmar tu voluntad de poder en tu vida?
3.       ¿Por qué no hay superhombres en el mundo?
4.       ¿Qué significa la frase “Dios ha muerto”?

miércoles, 9 de octubre de 2013

Redes de indignación y esperanza

Aquí dejo el link para que realices la lectura.Tienes que leer de la página 209 a la 233. Recuerda que si no te deja entrar sólo tienes que googlear el nombre del texto y del autor
http://es.scribd.com/doc/141073585/Manuel-Castells-Redes-de-Indignacion-y-Esperanza